Qué tal,
pido disculpas.
Al contrario
de lo que prometí, no ando escribiendo con frecuencia, o de hacerlo se trata de
proyectos que llevan más tiempo y edición que unos minutos en Word.
Ocurre que
no estoy del todo bien. No lo he estado quizás desde… hace unos tres meses.
No es algo
específico, no se trata de una anécdota fuerte que me hizo concha ni de haberme
cruzado con algún hentai bizarro.
Solo veo que
decae mi salud mental, aunque haya estado aprobando exámenes y mejorando en
muchas cosas y lamentablemente es más fácil de apreciar en los momentos en que
estoy bien.
Por ejemplo,
al ver Justice League o Star Wars en el cine sentí una alegría tal. Fue como
trepar una montaña y mirar hacia abajo. Y me dejó pensando “¿de verdad así me
siento la mayor parte del tiempo?”
Mi cabeza me
dice cosas terribles, me recuerda constantemente cuanta gente se caga de
hambre, qué tan seguido no ayudo a alguien cuando puedo hacerlo, cuantas veces
tuve un mal trato con un familiar. Y uno intenta ser mejor, claro, pero en su
humanidad mejora en algo y deja otra cosa desatendida.
Y los “bajones”
uff. No quiero que parezca que hablo de un bajon tipo…cuando vas por la calle y
tu pedo sale húmedo pero no tenes cómo chequear si se manchó tu ropa o no, o
cuando se te cae el helado en el asfalto enfrente de una parada de colectivo,
no.
Hablo de
cosas similares o próximas a ataques de pánico o ansiedad. Y estoy convencido
de que esas cosas matan.
Solo hace falta
un mal día para que te saques y hagas una barbaridad. No necesariamente matarte
ni matar a otro, no. Solo una mala decisión que te cague y te marque para siempre,
a vos o a otra persona.
A tus
mejores amigos los podrías hacer mierda con un simple mensaje de texto en el
cual le decís algo que no debías.
Cada uno
debería estar siempre a cargo de sus emociones, es más, creo que hay que estar
preparado para lo peor. No obstante, no quiero ser esa persona. No puedo serlo,
y tengo miedo.
Cada vez que
se vienen esos pensamientos, esas emociones de mierda pienso “¿Será esta vez?”
La ocasión en
la cual hago algo terrible. El caso en el cual rompo algo hermoso de forma
irreparable “¿será esta?”
¿Cuan cuerdo
se considera “cuerdo”?
Porque hasta
donde sé, todos tienen esto. Todos cuentan con rincones de su cabeza poco
explorados o llenos de preguntas y penumbras. Cómo uno sabe que a la vuelta de
la esquina no lo espera aquello que lo lleva al borde y se ve en la situación
de elegir si lanzarse o no.
Y las voces,
aquellas que te insisten en que de poder viajar en el tiempo sabrías qué hacer
y qué no. En que fue una carta la que se hizo que se cayese todo, y no. Es al
pedo.
Las
consecuencias siempre van a estar, pero no hace falta ponerse el traje de buzo
y zambullirse horas y horas, días y semanas y meses en el pasado y ver quien
tiene razón o quien tiene la culpa.
Al final no
se trata de culpa, ni de razón, solo intentá atravesar el día sin ayudar al prójimo
a que se tome un atajo hacia la perdición. No es tan difícil.
Ahora, qué
tal si ese prójimo es uno, qué tal si te ves y simplemente no sabés cómo
reaccionar ante el espejo.
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