2/12/11

Dead Outbreak: Crónica (parte 2)





Sorpresivamente, el camino no fue para nada dificultoso, el caos ya había ocasionado estragos suficientes como para que su caudal disminuya, al menos así se sintió hasta que llegaron a divisar el templo conocido como “La Iglesia de la Cruz de los Milagros”.

El cual se encontraba rodeado por docenas de bestias similares a las que los habían atacado dentro del colegio.

La cantidad era tal que dejaba en claro que el contagio de aquella dolencia no era posible únicamente a través de mordidas, como habían estado suponiendo por vagos conocimientos adquiridos a través del cine. 

Algún alimento había sido contaminado hacía poco tiempo atrás. Quizás el día o la noche anterior.

Dentro de las rejas que rodeaban el enorme patio del templo cristiano se veía a una gran cantidad de gente. Aparentemente celebrando una misa bastante ruidosa a juzgar por los enormes parlantes que apuntaban en todas direcciones. El sacerdote pegaba gritos con una sorprendente fuerza y pasión mientras el resto de las personas lo escuchan y respondían con gritos sacados de algún rincón poco agradable de la Biblia.

"Como si estuviese diciendo algo relevante" pensó Belén y luego prestó atención. El hombre estaba recitando una oración de exorcismo.

Debido a los poderosos amplificadores de sonido y los potentes alaridos del hombre, escucharon perfectamente algunas de sus palabras. "¡Aun no es momento! ¡Retrocedan demonios! ¡Repitan conmigo!"


Todas las voces pronunciaron "Vade Retro Satanás"

Nico sujetó a Belén del hombro, ésta volteó y cruzaron miradas. Cada uno se sorprendió del deformado gesto de miedo del otro. Él dijo:

–Vamos a pasar por la plaza, no nos van a ver, están muy ocupados.


–Pero ¿vos sos estúpido?– dijo ella “musitando un grito” y volteó de nuevo la mirada hacia las rejas. Algunas de las bestias escalaban sobre otras, se formaban pequeños montículos de cuerpos, ya que las piernas de los que quedaban abajo se terminaban rindiendo, y los que llegaban más alto intentaban cruzar al patio de la Iglesia.

– Mira eso, solo mira lo que...– otra idea salió a flote, como una fuerte llama en la oscuridad– ¡ya sé! vamos para la avenida y rodeamos todo más vale. Sería ¿cuanto...? unas 4 o 5 cuadras de más.

–Doble… ida y vuelta, son entre 8 y 10. Escuchá...– dijo él –…me parece genial que quieras suicidarte de una forma original, pero yo voy a atravesar el parque e ir hasta tu casa.

–Nos van a ver, escuchar u oler. Y nos van a comer vivos.– susurró Belén entre dientes.

–¿Con todo este ruido? Mira la cantidad de gente que tienen enfrente. Van a estar muy concentrados.


La tomó del brazo y empezó a correr.

La adrenalina que la invadió hizo que sus piernas cedieran y terminaron tomando el camino elegido por Nicolás. Tener la “misa del fin del mundo” como distracción, fue, irónicamente, una bendición para ellos. Atravesaron el frente del templo sin problemas, corriendo desesperada, pero silenciosamente.

El resto del camino fue para su fortuna un poco más tranquilo. La mayoría de las personas yacían encerradas en sus casas. Miraban hacia afuera por las ventanas, o a través de sus rejas.

No ofrecían a nadie entrar, no atendían al llamado del timbre, el egoísmo ciudadano nunca fue expuesto de una manera tan cruda, solo observaban como sus prójimos corrían peligro, como si al ver las ventanas, de su televisor se tratase y estuviesen viendo el reality-show más esperado de la historia.






Al llegar a la calle Entre Ríos, María Belén vio un gran desastre. Frente a su casa había una camioneta llena de cosas en la parte de atrás, pensó que sus padres estaban preparándose para abandonar la ciudad. Porque simplemente, de las miles de ideas que podía obtener con aquella imagen, esa era la más positiva. Era lo que quería creer.


Él tomó a Bel del brazo y le dijo con gestos que se escondiese tras un automóvil. Ella obedeció por instinto, al parecer Nico estaba pensando en algo que ella no. Desde allí, observaron bien la situación y los ojos de la pobre chica dibujaron terror y desesperación.

Se trataba de saqueadores, como no podía ser de otra forma en un barrio tan céntrico, se están llevando las cosas de la casa y no había signo alguno de lucha, es decir, ninguno de los integrantes de su familia parecía estar allí.


A sus espaldas oían pisadas, obviamente, al ser los únicos en la calle, algunos infectados comenzaron a caminar hacia ellos. Algunos, más rápido que otros, sin importar el estado físico. Al volear notaron que ya estaban peligrosamente cerca, y desde su posición, agachados detrás de un vehículo, no podían hacer mucho para defenderse.

Uno de los grotescos y malheridos seres de la pequeña hilera tropezó con un colgajo de carne de su propia pierna, el resto, con el cuerpo de éste, y eso les dio un poco de tiempo.

Belén fisgoneó y los saqueadores parecían estar teniendo problemas para arrancar su camioneta. Pensó en voz alta “no importa… ya no nos van a comer, no se van a poder levantar”. Se volvió hacia la horda del suelo, y éstos se arrastraban hacia ella y Nico, como arañas de dos patas. Podían verlos destruir las yemas de sus dedos contra el pavimento e incluso de a momentos mover sus mandíbulas como si estuviesen masticando.

Y sus ojos, por encima de las heridas abiertas y los amplios manchones de sangre, la expresión de deseo en los ojos de las criaturas era tan profunda como era posible expresar para sus dilatadas pupilas.


Para cuando el motor de la camioneta rugió y ésta logró marcharse, ambos se encontraban ya a tan solo un metro de los caníbales hambrientos, se pusieron de pie de un salto y salieron corriendo hacia la casa, donde solo quedaban objetos muy pesados como para ser robados, como un sillón doble, y las parrillas de las camas, además un televisor viejo.

Belén entró con poderosos y quebrados gritos– ¡Mamá! ¡Papá!– con el miedo saliendo desde lo más profundo de sus cuerdas vocales, mientras Nico se dedicaba a cerrar la puerta, sus tres trabas extra y el sillón frente a ésta.

De repente oyó un grito, era la voz de su amiga. Corrió hacia a la habitación de donde creyó haberla escuchado, con tropezones generados por el horror, por su misma imaginación. Se topó con dos personas, un muchacho y una chica, saliendo de un armario, y Belén mirándolos de frente, con marcadas arrugas de enojo en su frente.


       –¿Ustedes quiénes son? ¿Dónde están mis padres?– preguntó.

       –No sabemos dónde están, nosotros entramos para que no nos caguen a tiros, y cuando vimos que había ladrones nos escondimos en el armario– contestó el muchacho de la pareja. Ella no sabía que más hacer, le costaba respirar, miraba sus manos y éstas estaban temblando, solo quería echarse al suelo y llorar, sin importarle qué más pasaría.


        Oyeron un ruido en el garaje y la dueña de casa gritó el nombre de su mascota:
– ¡Joya!– provocando confusión en los demás.

Corrió hacia el garaje gritando:

–¡Joya vení!– y fue sorprendida por dos infectados, que la hicieron gritar al punto que pudo sentir como si apuñalaran su garganta. Los empujó por puro instinto y volvió corriendo hacia dentro de la casa.

Pidió ayuda a los demás, para que cerraran la puerta que conectaba la cocina y el garaje.

Decidieron tomarse un descanso para digerir un poco lo que estaba ocurriendo. No estaban seguros de sí era mejor eso, el silencio entre ellos hacía que escucharan los escándalos de afuera. Los gritos habían atraído a más de esas cosas y golpeaban la puerta tanto con sus manos como con sus cabezas. Un sonido para nada agradable.

–¿Es…es tu casa no?– Preguntó el muchacho, de la mano a la chica con la que se habían refugiado en el armario. Belén estaba recostada por la mesada de la cocina, sujetando su cabeza.–Me llamo Gonzalo y ella es Mariela. Quería… preguntarte si hay algo que podamos hacer por vos.

–¿Cómo llegaron acá?– preguntó Belén, con la voz ronca mientras e limpiaba las lágrimas, sin voltear la miraba, solo apuntando la nariz hacia abajo.

–Íbamos hacia la costanera, teníamos que el colectivo Chaco–Corrientes. Ya nos había llamado la atención la cantidad de policía en la peatonal, a unas cuadras de acá, cuando estábamos cerca empezamos a escuchar disparos y corrimos en dirección opuesta al ruido…poco después, nos empezaron a seguir unas personas.


–Ni el teléfono ni internet funcionan– dijo Nicolás tras volver de la habitación donde se enocntraba la computadora, tenía, en su mano derecha, un teléfono inalámbrico y en la otra un control remoto–

Encendió la tele del living, solo algunos canales funcionaban, entre éstos, uno de noticias, con emisora desde la capital del país.

Unos reporteros sonreían y enseñaban imágenes de bomberos y policías abrazados, el escudo de la ciudad de corrientes en una bandera y un subtítulo “el simulacro fue un éxito: la reacción de las autoridades de Corrientes demostró estar preparado páralo que sea”

–¿Qué…?– Gonzalo mandó la mano a la boca y no pudo terminar su pregunta.

La imagen se distorsionó, parecía haber cada vez menos señal y el audio parecía mezclarse con el de los otros dos canales extranjeros que estaban recibiendo.

Nico notó el efecto que la noticia falsa estaba teniendo en sus acompañantes y apagó el aparato de una forma desganada.

El silencio los invadió, todos se buscaron un rincón en la habitación y se sentaron en el suelo. Belén permaneció en su lugar, se podía oír el estertor de su llanto, entre pequeños y agudos quejidos con las palabras “¿Por qué?”





Para aproximadamente las 6 de la tarde se cortó la luz. No es que tuviesen alguna encendida, sino que oyeron cómo el motor de la heladera dejó de funcionar.
La inconsolable dueña de casa, que en aquel momento se encontraba acostada en la mesada, junto al fregadero de la cocina, despertó de su trance depresivo, estiró el brazo y sacó de una lacena unas velas.

Utilizó e fuego de una hornalla para encenderlas y las repartió a los demás, quienes parecían haber dormido una siesta, a pesar del escándalo provocado por los infectados.

Escuchar golpeteos en las puertas se había convertido, con el pasar de las horas, en algo completamente natural, y esto sumado al par que estaban en el garaje, gruñendo y arañando el picaporte, los hizo pensar que no podían darse el lujo de dormir en la cocina. Belén les dijo con voz forzada– Podemos ir al techo… si quieren.
Los demás asintieron con la cabeza y ésta los guió. Tenían que subir hasta un segundo piso, donde se encontraba la habitación de la desaparecida hermana de Bel, y allí atravesar una trampilla hacia el exterior.

Ya en la terraza, podían escuchar las alarmas, tanto de autos, como casas, incluso provenientes de zonas más allá de la avenida, al parecer la contención del supuesto virus no había funcionado.

Olían carne, madera y plástico quemados, entre otra gama de aromas que no alcanzaban a distinguir.

De pronto escucharon un fuerte choque en la esquina opuesta de la cuadra, pero no alcanzan a ver debido a la escasa luz.

Mariela pronunció sus primeras palabras en horas–Belén…–  ésta volteó–… no quiero que pienses que revisé tu casa pero…encontré esto– y le enseñó unas pastillas para dormir.


Se miraron entre todos, como si fuesen a discutirlo, pero no lo dudaron ni un segundo, utilizando las velas como iluminación, bajaron a buscar una mochila, la cual llenan de botellas de agua, cuchillos y todo lo comestible que encontraron, que en realidad, no era mucho. Tomaron unas almohadas, cobertores y un par de bolsas de dormir e ignorando el sonido de la madera de la puerta del frente, quebrándose, subieron al tejado.

 Utilizaron las almohadas para hacerse sus camas, pero como no era suficiente, también fueron necesarias las bolsas de dormir.

Cada uno se tomó una pastilla, cerraron la trampilla que conectaba a la azotea con el resto de la casa y procedieron a dormir. Tan seguros como no se habían sentido en las ultimas largas horas.

Para el día siguiente, se despertaron con la luz del sol, que atravesaba las pesadas nubes de lluvia, dándoles en la cara de lleno. No tardaron mucho en darse cuenta que todo lo anterior no había sido un sueño, sentían los gruñidos, provenientes de las calles, arañar sus espaldas.

Tomaron ventaja de la luz matutina para mirar hacia la esquina de Entre Rios y Bolivar, donde habían oído el choque la noche anterior. Había un colectivo y pocos infectados alrededor, la mayoría se encontraban en las puertas de la casa cuyo tejado sirvió de dormitorio.

Gonzalo exclamó asustado:– ¡Hey! ¿Cuánto tiempo se supone que nos vamos a quedar acá?–

Nico respondió de forma agresiva:– ¿Y a donde querés ir?–

Bel se dio cuenta de que ninguno de ellos estaba de buen humor,no le habría extrañado que una pelea se hubiese iniciado allí mismo entre Gonzalo y Nicolás, aun así, le costaba demasiado pensar debido a las imágenes que se habían grabado en su mente el día anterior. Tener que ver como baleaban a dos personas y tener que enfrentar que eso, que muchas veces conversaba con su amigo Mariano, de infecciones zombis, usado como chiste, había tomado una forma real. Y no era para nada divertido.

–Hey ¡Cállense!– dice ella, mientras Mariela  permanecía neutral– Vamos a llegar hasta ese colectivo y nos vamos a ir.– improvisó.

A lo que los dos muchachos contestaron a modo de coro:

– ¡¿ir a dónde?!–y ella firme en sus palabras dijo– ¡Bueno dale! Quedémonos acá, total va a anochecer y amanecer una y otra vez y no tenemos comida ni para un puto día.–

Todos expresaron lo mismo en sus ojos “Arriesgarse a salir… o arriesgarse a permanecer”

Empezaron a notar que a lo lejos se aproximan unas nubes de tormenta, au más oscuras que las que ya tenían sobre sus cabezas. Se dificultaba más aun concentrarse con los gruñidos de aquellos malnacidos que golpeaban contra la puerta de la casa, sn mencionar que ya comenzaban a apestar.

Belén los quitó del trance–Estuve en varias casas de esta zona. En esta cuadra por lo menos, las casas tienen el mismo diseño básico–miró a los muchachos– por lo que seguro pueden entrar desde el tejado a la casa de la esquina, salir por la puerta y agarrar el colectivo.

Nicolás respondió asustado, con la misma sensación de duda que había sentido al tener que salir de la escuela– ¿Cómo sabes que la trampilla del techo va a estar abierta? O que la llave del colectivo está ahí y aparte ni en pedo vamos a ir estando esos bichos en la calle.

Ella les dijo– Tengo un machete en el patio, también un martillo pesado. Y si nosotros hacemos ruidos desde acá podemos llamar la atención de estos hijos de puta. Lo de la llave, es un riesgo.


Abrieron la trampilla de la casa donde habían estado el día anterior y notaron que en el lado de adentro había unos arañazos con sangre.

Dentro de lo que alguna vez había sido un hogar, todo estaba aún más desastroso de lo que había quedado después del saqueo.

Mariela, con los brazos endurecidos y comiéndose las uñas prefirió no bajar. El resto no insistió ya que no querían perder nada de tiempo.

Corren hasta el patio, mientras la dueña de casa aprovechó para sacar un gran cuchillo que su padre cuidaba mucho, de la cocina, cuando notó que la puerta que llevaba al garaje estaba hecha pedazos.

Su reacción consistió en quedarse mirándola por unos segundos… y luego gritar desaforadamente los nombres de los muchachos, los cuales acudieron a ella esperando lo peor.


–¡Rápido! ¡Suban, suban!– corrieron escaleras arriba, y a mitad de camino escucharon un grito desesperado viniendo del tejado. Era, obviamente Mariela, a quien, ni bien llegaron arriba, vieron siendo el festín de dos repugnantes y semi–descompuestos cuerpos hambrientos.

Gonzalo, de la manera más rápida posible retiró a los dos atacantes de su amiga, la cual ya no podía gritar, debido a que la mitad de su tráquea yacía entre las mandíbulas de quien parecía haber sido un cartero hacia solo unos días.

Mientras los caminantes se acercaban babeando sangre, Gonzalo estaba en un inconsolable llanto sobre lo que pronto sería una bestia más, tanto Belén como su compañero estaban paralizados por la atrapante escena de canibalismo.

Con arcadas de por medio,  ambos atacaron. Ella con su cuchillo, dirigido al ojo de una mujer o más bien dicho “momia”, y él, con un exagerado machete, hacia el cuello del ex cartero.

No era tan fácil como lo demostraban las obras de ficción. Ambos se voltearon a vomitar y lamentarse por haber tenido que hacerlo. Belén gritaba y se quejaba de un fuerte dolor de garganta, mandando las manos al cuello.


Otra vez se vieron en un apuro. Todo el barullo despertó aún más la curiosidad de las bestias que aguardan fuera de la casa. Y se esforzaron aún más para tirar la puerta abajo. Belén dijo– Tenemos que tirarles carne– a lo que el inconsolable Gonzalo contestó– ¡NO! Ya sé lo que querés hacer– y ella prosiguió enojada, con la voz aun más destruida que antes– No queda otra…– se asomó y tomó el brazo de la desgargantada Mariana, el muchacho se puso de pie y la empujó, Belén estaba en el borde, se necesitaba tan solo de un empujón para enviarla al mar de bestias que aguardaban su descenso hacia el suelo, él levantó el martillo como si fuese a golpearla sin piedad.

Belén, no parecía preocupada respecto, el impacto de la herramienta no era nada comparado a lo que le harían los caníbales, a punto de caer, miró hacia atrás del joven.

El cuerpo de Mariela estaba sufriendo de un ataque epiléptico. El enamorado volteó y Belén se sujetó de sus ropas para no caer.
–¡Está viva!– gritó el iluso portador del martillo, totalmente inconsciente, cegado, sin darse cuenta de qué estaba ocurriendo en realidad.

Ella se levantó lentamente, mientras sonaban los primeros truenos de lo que más tarde será una escandalosa tormenta. Y para sorpresa del enamorado, quien cambió su expresión de “esperanza” a “desesperación” y dejó caer el martillo al suelo, Nico había tomado carrera, la empujó con todo su peso desde el borde del tejado y ésta salió despegada al lago de infectados.

Gonzalo empezó a moler a golpes a Nico, él sabía lo que acababa de hacer, por lo tanto solo se defiende cubriéndose con sus antebrazos.

Belén les gritó – ¡hey idiotas! No dan bola…no les importa lo que les tiramos – lo cual detuvo la pelea… y despertó la curiosidad de ambos.

Dejaron de lado sus diferencias, como si nada hubiese ocurrido y miraron hacia abajo. Los cadáveres andantes se acercan solo un poco al cuerpo de la chica, pero lo ignoraban luego de un par de segundos.

Nico exclamó– ¡Miren, miren a ese!– señalando a uno que levantaba la nariz en una forma menos disimulada que los demás – Pueden oler cuando la carne está infectada… – el otro par lo miró con expresión de ridiculez, pensando que era una teoría muy apresurada, pero no tenían nada que perder.

Teniendo dos apestosos cuerpos humanos inanimados a su disposición, se colocaron las ropas, distribuidas de la manera más equitativa posible. Gonzalo levantó nuevamente el martillo y locolgo de sus jeans.

Mientras Bel se aguantaba las náuseas al ponerse el maloliente abrigo del ex cartero escucharon un fuerte crujido, madera quebrándose, los infectados ingresaron a la casa.

Tomaron su mal equipada mochila y corrieron sobre las terrazas a toda velocidad.


Llegando hasta la casa de la esquina, no lograron abrir la trampilla, estaba cerrada. Vieron a los lejos los infectados que llegaron al tejado de su anterior refugio. Mientras que Gonzalo, con la parte trasera del martillo, quitó las viejas bisagras.

Los otros dos notaron que los caminantes estaban desorientados con respecto a su olfato.


Lograron abrir la entrada a la casa y sin ningún problema llegan al vehículo que de lejos divisaron. El cual, para su tremenda fortuna, tenía la llave puesta, combustible  y espacio de sobra.



Qué hacer con un despechado/da?

Se da a menudo, que tenemos un amigo o amiga que acaba de terminar una relación.

Se pone triste, llora, rompe cosas, se corta las venas, cambia el estado de facebook a cada rato y habla mal de su pareja…cuando en realidad se muere por volver.

Que debemos hacer para que salga de este pozo depresivo?

He aquí, mi guía para tratar con amigos despechados!

Paso 1) hacerle entender que su soltería significa una revolución en su vida, ya que esta recuperando su libertad.

Paso 2) sacarle el celular y reemplazar el numero de su ex, por el tuyo.

Paso 3) cambiarle la contraseña de facebook.

Paso 4) nunca NUNCA, por nada del mundo dejarlo solo.

Paso 5) alcoholizarlo de manera tal que llore de una manera descontrolada, lo abrazan vos y sus amigos presentes

Paso 6) despues de que toca fondo, intoxicarlo con energizantes… :D

Paso 7) ponerlo bajo efectos de la marihuana

Paso 8) llevarlo de joda(fiesta)

Paso 9) dejar que gaste dinero en una zorra

Paso 10) conseguirle un lugar para enterrar.

Y Listo!!! Tu amigo se dio cuenta de lo que es la buena vida…

Si esto no funciona, no me importa, que se muera tu amigo entonces.

Claro con las chicas esto NO va a funcionar, tonces? Que hacemos???

Paso 1) decirle que fue una imbécil por haber estado con ese tipo.

Paso 2) decirle que debería matarse antes de volver con él.

Paso 3) tirarle indirectas de felicidad amorosa para que se deprima.

Paso 4)alcoholizarla y que se llore la vida

Paso 5)criticarla de manera tal que llegue a la conclusión de que es un fracaso.

Paso 6) tomarla de FEA

Paso 7) decirle que no va a conseguir nunca nadie.

Paso 8) NUNCA dejarla sola.

Paso 9) demostrarle que un amigo vale mas que una pija.

Paso 10) ella sola va a evolucionar.

Bueno, puede que la mayoría o TODOS… piensen que este segundo fue escrito en broma…

Pues resulta que NO, es mucho más serio y efectivo que el primero.

“pero MoNo! Como vas a decir eso? Así la chica se va a matar!!!!”

TU HERRRRMANA!

Las mujeres tienen una cualidad de evolución mental muy diferente a la del hombre.

La mujer en sí, sin excepciones, repito, sin excepciones, tienen un cierto grado de masoquismo.

Ahora muchas leyeron eso y les molestó. A ver qué pasa acá? Por qué les digo tal barbaridad?

Hablo de masoquismo psicológico.

Es muy común que conozcas a una mina que sale con un idiota, vos sabes que ella es inteligente, pero vos ves que él la lastima en muchos modos, y ella no reacciona, simplemente paradita apoyando la cabeza en su pecho.

Por qué?

Bueno, creas o no… las chicas son capaces de mucho, con tal de ser el centro de atención de su grupo de zorras.

Que quiero decir?

Muchas veces simplemente inventa un problema, para tener un drama, una película en su vida, o mejor dicho ALGO QUE CONTAR.(te suena el- estas cambiando, no sos el mismo chico del que me enamoré- o también puede ser-deja de tratarme así- por algo fue que nunca entendías ciertas cosas)

Jajaja, seguro estás leyendo y te parece patético…pero bueno, yo sé de lo que hablo.

Ahora, que tiene esto que ver con hacerla mierda cuando está deprimida?

Las mujeres tocan fondo RÁPIDO(malpensado hijodeputa), y si no se suicidan o lastiman físicamente, creedme, se levantan con una fuerza increíble, y si hay UN consejo que debes darle, pero solo UNO tiene que ser, porque el resto no te va a dar bola, la mujer no quiere soluciones, quiere que le escuches nomas, porque te va a pedir consejos, pero nunca los va a seguir, solo va a moldearlos a su gusto.

Este consejo es- No vuelvas con el imbécil- el resto ella lo va a aprender sola, porque tiene que aprender a vivir por sí misma, algo que le va a costar mucho después de haber estado con un chico por mucho tiempo, porque su estado de ánimo dependía del pibe ese.

Si seguís esos diez pasos, por psicología inversa ella va a simplemente entender que tiene que ser bien zorra y sin arreglarse con nadie más, hacer que su ex desee nunca haberla dejado.

Ah, me decis que “fue culpa de ella que corten”

Y a mí que mierda me importa? Que no leíste mi artículo “how to be a GOD”?

Eso fue todo, y un consejo de parte mía…no seas SERIOS hasta pasar los 30