Bienvenidos a la parte Final.
Fue un placer entretenerlos, dentro de poco subo el episodio siguiente
Dead Outbreak: Supervivencia
Dead Outbreak: El vecino 2 (parte final)
Solo
la luz de la luna entraba por la ventana a nuestras espaldas. Ambas estábamos
atentas a los golpes que azotaban con fuerza la puerta de la habitación.
-La
sabana!- dijo mi amiga- Agarrá aquel lado- gritó y mientras yo tomé uno de los
extremos, ella el otro.
Comenzó
a torcerla, haciendo que quede algo así como una gruesa y consistente cuerda.
Mientras lo hacía hasta más no poder dijo: escuchame… tengo que confiar en
vos…-
La
miré asustadísima, temblando y con las manos tensas, y moví la cabeza en forma
de confirmación.
-cuando
entre, vamos a ponerle esto en la boca a Tomy, y vamos a salir corriendo por la
puerta de adelan..-
No
pudo terminar la frase antes de que la muy abaratada puerta se abrió y ambas
con desesperación intentamos efectuar el primitivo plan.
Pero
no era algo tan fácil. Alcanzamos a colocar el manto alrededor de su cuello.
Tomé
ambos extremos, luego de, de un codazo en la cara, empujar a mi amiga.
Con
el seño fruncido, abundantes arrugas en la frente y usando todas mis fuerzas
comencé a ahorcarlo.
Podía
oír los quejidos, pero no dejaba de moverse. Era inútil.
-HIJA
DE PUTA! DEJALO!!- gritó la chica al lado mío tirándome al suelo, con sus manos
en mi cuello y escupiendo sangre por el golpe que le había dado.
Con
todas sus fuerzas empezó a estrangularme… con tan poca iluminación ya veía mal,
pero aun así mi visión se iba tornando borrosa. Oía los sonidos más de lejos.
Mi propia amiga estaba matándome.
¿Así
era como terminaba? Teniendo una casa rodeada de personas que querían mi carne,
¿iba a morir asfixiada?
Alcancé
a ver una sombra detrás suyo, sobre su hombro derecho, alcancé a oír un grito y
sentí caer un líquido sobre mi mejilla izquierda, su sangre.
Tomás
estaba alimentándose bestialmente del cuello de su novia. Ésta me soltó y con
fuertes y tristes gemidos de dolor, casi sin respirar tomaba del cabello a su
muchacho, diciéndole- soltame…
por
favor, por favor mi amor…-
Vi
el refejo de la escasa luz en sus diminutas lágrimas deslizarse por su rostro.
Al
quitármelos lentamente de encima y levantarme sentí detrás mío la mesada y la
lacena, sobre ésta había un enorme cuchillo, y guiándome por las sombras y
sonidos allí tomé del cabello al caníbal allí arrodillado en el suelo e inserté
con fuerza el cuchillo, por detrás de la oreja, directo a su cerebro.
Dejó
de moverse, se desplomó allí nada más.
Como
podía ver algunos espasmos musculares en el cuerpo de mi amiga, como ataques de
epilepsia, saqué con dificultad el cuchillo.
Los
sonidos y la sensación que esto provocó me hicieron tener unas arcadas. Y al
sentir los olores allí presentes vomité un poco de la cena en el suelo.
Fueron
unos segundos de silencio, hasta que casi me infarto con el sonido de una de
las ventanas rompiéndose y una de las criaturas de allí afuera intentando
entrar.
Estando
prácticamente sola, con muchísima dificultad y sin soltar mi afilada arma, puse
la mesa de madera barata en vertical y la apoyé contra esa pared, haciendo
presión para que no entraran.
Dejé
de sentir que estuviesen haciendo esfuerzo alguno, así que me alejé y me paré
en el medio del Living Comedor, donde la mesa se encontraba hacia unos
segundos.
La
ventana detrás de mi también se rompió. Al voltear vi a dos criaturas casi en
sus huesos intentar entrar. La mesa del lado opuesto fue empujada y allí se
aceraba una más de estas cosas.
Mi
cuerpo giraba hacia un lado y hacia el otro.
Por
las aberturas hacia el exterior de las habitaciones también estaban ingresando,
podía orillos, sin contar los golpes en la puerta de enfrente.
Me
rendí, y caí de rodillas cuando…
Noté
un sonido hueco debajo de mí (lugar donde se hallaba la mesa antes) había unos
tablones flojos.
De
no ser por tener el cuchillo a mano, no habría podido retirar la madera suelta.
Usé el filo como palanca, para remover dos rectángulos y meterme en la extraña
cripta que había debajo de éstas.
Pero
antes, con algo de inteligencia, y a mucha velocidad busqué el teléfono celular
en su función de linterna.
Ya
era tarde. No tenía tiempo de volver a colocar los tablones. Tenía a demasiados
intentando atacarme.
Entré
y vi un pasillo muy mal hecho, tan delgado como mi tórax en algunas secciones.
Tocando
las paredes, llorando y tosiendo como reacción a la peste que los cadáveres
detrás mío destilaban, caminé por un túnel, que parecía no tener fin.
No
sabía dónde iba, o si iba hacia algún lado. Pero esto parecía haber sido
construido muy recientemente. De vez en cuando veía unas maderas que al parecer
servían de soporte para que no derrumbase. No estaban ni siquiera astilladas ni
humedecidas.
Debía
caminar de costado en algunas partes, solo oía mis pasos y de vez en cuando un
gruñido demasiado cerca y ya lejos de lo que el aparato podía iluminar.
Al
moverme más rápido de lo apropiado, por sentir pasos detrás de mí constantemente
y mirar demasiado hacia atrás di mi cara contra una superficie plana, de chapa.
Y
en desesperación encontré un picaporte. Lo usé, entré a donde quiera que eso
fuere y volví a cerrar la puerta.
Respiraba
incontroladamente y lloraba… pero intenté hacerlo más en silencio al ver a mi
alrededor.
Era
un sótano, húmedo y asqueroso. Las paredes eran de azulejos que estaban en
horribles condiciones. Parecía un hospital abandonado. Instrumentos médicos,
algunos oxidados y en el medio de este cuadrado, una camilla. Junto a una
maquina de bombeo, muy similar a una respiradora artificial, pero más
sofisticada, conectada a muchos frascos grandes con nombres de proteínas y de
vitaminas.
Caminando
muy lentamente, y con duda de si era buena idea, me dirige hacia las escaleras.
Sentía
constantes sensaciones de Deja Vu respecto a esto y mi sueño. De verdad era muy
similar.
Allí
arriba estaba, una casa muy lujosa.
Al
cruzar por la puerta vi a un hombre, sentado frente a un telescopio, en su
ventana, tomando notas de lo que observaba.
Me
acerqué a él, con intenciones de
matarlo. Su piso hacia mucho ruido, y me llamó la atención que no notase mi
presencia.
Al
poner accidentalmente mi pie bajo una alfombra tropecé y fui directo al suelo,
cayendo junto a su silla.
De
un salto se levantó gritando-¿¡QUE!? ¿¡QUE HACES VOS ACÁ!?-
Y
desde el suelo, balanceé mi filoso puñal y alcancé a rozar su tendón por encima
del talón.
Gritó
de dolor y cayó al suelo. Con el rostro lleno de terror y sufrimiento miró
hacia mi arma, la cual ya tenía sangre coagulada, más específicamente la de
Tomás y allí rió a gritos.Pero a la vez que se quejaba sosteniendo su pierna.
Me
puse de pie, viéndolo extrañada. El hombre gritaba- AAH! Impresionante, ni toda
la policía puede agarrarme. Les hago creer que me matan…y una nena, UNA NENA me
mata! Aaah !!-
Oí
la puerta de chapa del sótano, por la cual yo había ingresado, romperse. Y
dejándolo ahí, a su suerte. Me marché por la de adelante, recordando que podría
intentar escapar en el auto.
No
podía pensar en ninguno de mis amigos. Mis ojos estaban abiertos, redondos como
dos bolas de billar.
Mientras
atravesaba el amplio terreno hasta cruzar la ruta y llegar al auto, tenía solo
imágenes, de cuando estábamos, hacia un par de horas, riéndonos.
Pude
escuchar al asqueroso científico gritar desde su casa, con toda la definición
de “como si lo estuviesen comiendo vivo” gritando “no me pueden matar, soy
inmortal”
No
había un solo monstruo allí fuera. Por lo que más tranquila, pero aun traumada,
me dirigí al auto, muy segura.
Un
par de gruñidos me hicieron voltear a ver. Algo estaba intentando salir por una
ventana… Ciara, o lo que alguna vez fue.
Me
metí en el vehículo, lo encendí y encaminé de vuelta a casa. No sabía
exactamente el camino, planeaba detenerme en la primera comisaría, de ser
posible.
Nunca
había pisado el acelerador de tal forma, la velocidad aumentaba y aumentaba y
no me preocupaba en lo más mínimo.
Fueron
unos segundos después del arranque, hasta que pude ver a lo lejos la comisaria,
pero a la vez, por el retrovisor vi una figura levantarse. Dentro del auto, en
el asiento de atrás.
Sin
pensarlo me puse el cinturón y de un volantazo di de lleno contra el primer
poste que pude.
El
cuerpo de allí atrás salió despegado y su cráneo se destrozó contra lo que el vehículo
se había estrellado.
El
dolor en mi cuello y pecho eran impresionantes. Pero no me impedirían caminar
unos metros más hasta la policía.
Los
nervios, la adrenalina, mis traumas, el golpe, todos juntos fueron causantes de
algo muy extraño que empecé a sentir. Percibía un terror aun más grande que el
que había estado sintiendo dentro de aquella casa.
Ya
salía el sol, y sentía que mi visión se ponía borrosa al ritmo y tempo de los
latidos de mi corazón
Con
cada latido, la imagen se distorsionaba. Pero volvía a la normalidad. Y con
esta secuencia pude ver bien lo que pasaba, de lo que era responsable.
A
parte del cuerpo, sobre el capot, un poco más cerca del parabrisas roto había
algo que llamó mi atención. Un par de auriculares…
Damian,
Damian había salido de la casa con sus auriculares y su teléfono. Solo se había
ido a dormir al auto.
Fin