9/10/13

Dead Outbreak: El vecino 2 (parte final)

Bienvenidos a la parte Final.

Fue un placer entretenerlos, dentro de poco subo el episodio siguiente
Dead Outbreak: Supervivencia



Dead Outbreak: El vecino 2 (parte final)

Solo la luz de la luna entraba por la ventana a nuestras espaldas. Ambas estábamos atentas a los golpes que azotaban con fuerza la puerta de la habitación.

-La sabana!- dijo mi amiga- Agarrá aquel lado- gritó y mientras yo tomé uno de los extremos, ella el otro.

Comenzó a torcerla, haciendo que quede algo así como una gruesa y consistente cuerda. Mientras lo hacía hasta más no poder dijo: escuchame… tengo que confiar en vos…-

La miré asustadísima, temblando y con las manos tensas, y moví la cabeza en forma de confirmación.

-cuando entre, vamos a ponerle esto en la boca a Tomy, y vamos a salir corriendo por la puerta de adelan..-

No pudo terminar la frase antes de que la muy abaratada puerta se abrió y ambas con desesperación intentamos efectuar el primitivo plan.

Pero no era algo tan fácil. Alcanzamos a colocar el manto alrededor de su cuello.

Tomé ambos extremos, luego de, de un codazo en la cara, empujar a mi amiga.

Con el seño fruncido, abundantes arrugas en la frente y usando todas mis fuerzas comencé a ahorcarlo.

Podía oír los quejidos, pero no dejaba de moverse. Era inútil.

-HIJA DE PUTA! DEJALO!!- gritó la chica al lado mío tirándome al suelo, con sus manos en mi cuello y escupiendo sangre por el golpe que le había dado.

Con todas sus fuerzas empezó a estrangularme… con tan poca iluminación ya veía mal, pero aun así mi visión se iba tornando borrosa. Oía los sonidos más de lejos. Mi propia amiga estaba matándome.

¿Así era como terminaba? Teniendo una casa rodeada de personas que querían mi carne, ¿iba a morir asfixiada?

Alcancé a ver una sombra detrás suyo, sobre su hombro derecho, alcancé a oír un grito y sentí caer un líquido sobre mi mejilla izquierda, su sangre.

Tomás estaba alimentándose bestialmente del cuello de su novia. Ésta me soltó y con fuertes y tristes gemidos de dolor, casi sin respirar tomaba del cabello a su muchacho, diciéndole- soltame…
por favor, por favor mi amor…-

Vi el refejo de la escasa luz en sus diminutas lágrimas deslizarse por su rostro.

Al quitármelos lentamente de encima y levantarme sentí detrás mío la mesada y la lacena, sobre ésta había un enorme cuchillo, y guiándome por las sombras y sonidos allí tomé del cabello al caníbal allí arrodillado en el suelo e inserté con fuerza el cuchillo, por detrás de la oreja, directo a su cerebro.

Dejó de moverse, se desplomó allí nada más.

Como podía ver algunos espasmos musculares en el cuerpo de mi amiga, como ataques de epilepsia, saqué con dificultad el cuchillo.

Los sonidos y la sensación que esto provocó me hicieron tener unas arcadas. Y al sentir los olores allí presentes vomité un poco de la cena en el suelo.

Fueron unos segundos de silencio, hasta que casi me infarto con el sonido de una de las ventanas rompiéndose y una de las criaturas de allí afuera intentando entrar.

Estando prácticamente sola, con muchísima dificultad y sin soltar mi afilada arma, puse la mesa de madera barata en vertical y la apoyé contra esa pared, haciendo presión para que no entraran.

Dejé de sentir que estuviesen haciendo esfuerzo alguno, así que me alejé y me paré en el medio del Living Comedor, donde la mesa se encontraba hacia unos segundos.

La ventana detrás de mi también se rompió. Al voltear vi a dos criaturas casi en sus huesos intentar entrar. La mesa del lado opuesto fue empujada y allí se aceraba una más de estas cosas.

Mi cuerpo giraba hacia un lado y hacia el otro.

Por las aberturas hacia el exterior de las habitaciones también estaban ingresando, podía orillos, sin contar los golpes en la puerta de enfrente.

Me rendí, y caí de rodillas cuando…

Noté un sonido hueco debajo de mí (lugar donde se hallaba la mesa antes) había unos tablones flojos.

De no ser por tener el cuchillo a mano, no habría podido retirar la madera suelta. Usé el filo como palanca, para remover dos rectángulos y meterme en la extraña cripta que había debajo de éstas.

Pero antes, con algo de inteligencia, y a mucha velocidad busqué el teléfono celular en su función de linterna.

Ya era tarde. No tenía tiempo de volver a colocar los tablones. Tenía a demasiados intentando atacarme.

Entré y vi un pasillo muy mal hecho, tan delgado como mi tórax en algunas secciones.

Tocando las paredes, llorando y tosiendo como reacción a la peste que los cadáveres detrás mío destilaban, caminé por un túnel, que parecía no tener fin.

No sabía dónde iba, o si iba hacia algún lado. Pero esto parecía haber sido construido muy recientemente. De vez en cuando veía unas maderas que al parecer servían de soporte para que no derrumbase. No estaban ni siquiera astilladas ni humedecidas.

Debía caminar de costado en algunas partes, solo oía mis pasos y de vez en cuando un gruñido demasiado cerca y ya lejos de lo que el aparato podía iluminar.

Al moverme más rápido de lo apropiado, por sentir pasos detrás de mí constantemente y mirar demasiado hacia atrás di mi cara contra una superficie plana, de chapa.

Y en desesperación encontré un picaporte. Lo usé, entré a donde quiera que eso fuere y volví a cerrar la puerta.

Respiraba incontroladamente y lloraba… pero intenté hacerlo más en silencio al ver a mi alrededor.

Era un sótano, húmedo y asqueroso. Las paredes eran de azulejos que estaban en horribles condiciones. Parecía un hospital abandonado. Instrumentos médicos, algunos oxidados y en el medio de este cuadrado, una camilla. Junto a una maquina de bombeo, muy similar a una respiradora artificial, pero más sofisticada, conectada a muchos frascos grandes con nombres de proteínas y de vitaminas.

Caminando muy lentamente, y con duda de si era buena idea, me dirige hacia las escaleras.

Sentía constantes sensaciones de Deja Vu respecto a esto y mi sueño. De verdad era muy similar.

Allí arriba estaba, una casa muy lujosa.

Al cruzar por la puerta vi a un hombre, sentado frente a un telescopio, en su ventana, tomando notas de lo que observaba.

Me acerqué  a él, con intenciones de matarlo. Su piso hacia mucho ruido, y me llamó la atención que no notase mi presencia.
Al poner accidentalmente mi pie bajo una alfombra tropecé y fui directo al suelo, cayendo junto a su silla.
De un salto se levantó gritando-¿¡QUE!? ¿¡QUE HACES VOS ACÁ!?-
Y desde el suelo, balanceé mi filoso puñal y alcancé a rozar su tendón por encima del talón.

Gritó de dolor y cayó al suelo. Con el rostro lleno de terror y sufrimiento miró hacia mi arma, la cual ya tenía sangre coagulada, más específicamente la de Tomás y allí rió a gritos.Pero a la vez que se quejaba sosteniendo su pierna.

Me puse de pie, viéndolo extrañada. El hombre gritaba- AAH! Impresionante, ni toda la policía puede agarrarme. Les hago creer que me matan…y una nena, UNA NENA me mata! Aaah !!-

Oí la puerta de chapa del sótano, por la cual yo había ingresado, romperse. Y dejándolo ahí, a su suerte. Me marché por la de adelante, recordando que podría intentar escapar en el auto.

No podía pensar en ninguno de mis amigos. Mis ojos estaban abiertos, redondos como dos bolas de billar.

Mientras atravesaba el amplio terreno hasta cruzar la ruta y llegar al auto, tenía solo imágenes, de cuando estábamos, hacia un par de horas, riéndonos.

Pude escuchar al asqueroso científico gritar desde su casa, con toda la definición de “como si lo estuviesen comiendo vivo” gritando “no me pueden matar, soy inmortal”

No había un solo monstruo allí fuera. Por lo que más tranquila, pero aun traumada, me dirigí al auto, muy segura.

Un par de gruñidos me hicieron voltear a ver. Algo estaba intentando salir por una ventana… Ciara, o lo que alguna vez fue.

Me metí en el vehículo, lo encendí y encaminé de vuelta a casa. No sabía exactamente el camino, planeaba detenerme en la primera comisaría, de ser posible.

Nunca había pisado el acelerador de tal forma, la velocidad aumentaba y aumentaba y no me preocupaba en lo más mínimo.

Fueron unos segundos después del arranque, hasta que pude ver a lo lejos la comisaria, pero a la vez, por el retrovisor vi una figura levantarse. Dentro del auto, en el asiento de atrás.

Sin pensarlo me puse el cinturón y de un volantazo di de lleno contra el primer poste que pude.

El cuerpo de allí atrás salió despegado y su cráneo se destrozó contra lo que el vehículo se había estrellado.

El dolor en mi cuello y pecho eran impresionantes. Pero no me impedirían caminar unos metros más hasta la policía.

Los nervios, la adrenalina, mis traumas, el golpe, todos juntos fueron causantes de algo muy extraño que empecé a sentir. Percibía un terror aun más grande que el que había estado sintiendo dentro de aquella casa.

Ya salía el sol, y sentía que mi visión se ponía borrosa al ritmo y tempo de los latidos de mi corazón

Con cada latido, la imagen se distorsionaba. Pero volvía a la normalidad. Y con esta secuencia pude ver bien lo que pasaba, de lo que era responsable.

A parte del cuerpo, sobre el capot, un poco más cerca del parabrisas roto había algo que llamó mi atención. Un par de auriculares…

Damian, Damian había salido de la casa con sus auriculares y su teléfono. Solo se había ido a dormir al auto.


Fin

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