Llegada
la oscuridad nocturna pudieron salir del vehículo sin más preocupación que
aquella guiada a la posibilidad de que más caníbales viniesen a por ellos. Pero
la luna no era tímida esa noche. Iluminaba perfectamente las calles y les
permitía ver que a lo lejos no había infectado alguno.
Sonidos
de choques y gritos de todas direcciones los desesperaban por la probabilidad
de que alguien se encontrase en sus últimos minutos de vida, pero tranquilizaba
saber que no eran ellos los que estaban allí. Que el ruido de otros haría que
ellos pudieses vivir unos momentos más.
Fuera
del auto solo quedaban torsos y cabezas masticándose unos a otros. Se movían
como ramas de árboles con el viento, forzosamente, quizás por estar ya secos
tras perder tanta sangre.
Casi no emitían ruidos, por haber gruñido por horas
sin descanso habían destrozado sus propias gargantas.
Nico
recorrió las casas con la mirada. Lo más parecido a un refugio que pudo divisar
fue un árbol frente a una vivienda con balcón. “No imposible” era una
descripción perfecta para su improvisado plan de escape.
Había
algo salvaje en él. Quizás su dificultad para comunicarse con la chica de forma
directa o el sentir que le había fallado a alguien.
Así lo expresó hacia ella.
Dijo
que no tenía idea de donde se encontraba alguien con una bebé. No tenía idea de
lo que el malnacido era capaz de hacer con tal de salvar su cuello. El mismo
cuello que él era capaz de estrujar con sus propias manos. Por supuesto, Lara
no tenía idea de lo que Nicolas estaba intentando decir.
-Por
allá –susurró ella y apuntó con el dedo índice a una esquina.
Los ojos de ambos
estaban ya acostumbrados a la iluminación lunar así que no fue difícil darse
cuenta de que algo o alguien se estaba moviendo cerca de ellos. Entre las
probabilidades estaba la opción de que fuese un infectado o un sobreviviente,
entre las probabilidades de que el sobreviviente fuese un hostil o no…no
querían arriesgarse y se escondieron detrás del auto, esperando que el aroma,
movimiento y respiración forzada de los infectados hechos carne molida espantasen
a quien fuere.
Se
oían leves gruñidos, pero no venían de bestia alguna, eran sus estómagos.
Hacía
solo unas horas que se habían conocido y ya se comportaban como lobos de la
misma manada. Se movían como tales también. No hacía falta dar explicaciones ni
hacer sugerencias. Eran salvajes en supervivencia.
El
desconocido se acercó al auto y esquivando a los muertos abrió la puerta de
adelante. Chequeó dentro y solo encontró los restos de yogurt que Nico había
dejado. Ellos estaban del lado opuesto del vehículo en completo silencio, se
podría decir que exaltados, pero a la vez respiraban con calma, eran
conscientes de lo que podía pasarles si asustaban a aquella persona. Hostil o
no, podría reaccionar mal.
Ambos
estaban con los ojos cerrados, con el fin de concentrarse más en lo que
escuchaban. El desconocido expresó frustración y entre insultos al aire
pudieron oírlo abrir una bolsa y masticar algo.
Abrieron
los ojos instantáneamente, Nicolás quiso detenerla, pero Lara estaba muerta de
hambre. Se puso de pie y rodeando al auto fue hasta el desconocido, el cual al
voltearse mostró estar bien vestido y con un rosario de muy buen aspecto que
colgaba de su cuello. Se lo notó
asustado, creyó que la chica lo atacaría, pero ésta cayó de rodillas ante él y
sujetándolo de los pies rogó por comida.
-Por
favor, no te voy a hacer nada, no te voy a lastimar, pero dame algo de comer-
exclamó con el rostro pegado al suelo.
Nico
no reveló su presencia hasta oír la reacción del hombre.
-Dios
mío… pobrecita.
Espió
por encima del capó y lo vio sentado en el suelo frente a Lara, sacando una
bolsa de pan de una mochila.
-No
tengo agua…solo un vino pero…
Ella
aceptó tanto la comida como la bebida sin dudarlo un segundo.
El
extraño notó la presencia de quien estaba aún escondido al divisarlo por el
rabillo del ojo.
-¿E…estas
bien? ¿Tienen donde refugiarse?
Ambos
menearon la cabeza.
-Tengo
alimento para pasar la noche. Si me ayudan a sobrevivir hasta mañana los puedo
llevar con otras personas. Buena gente.
No
respondieron. Quizás por no saber cómo hacerlo. Era extraño que alguien se
comportase tan amablemente en medio de un ambiente tan bélico.
-Sé
que no son asesinos. Dudo que ustedes hayan tenido algo que ver con… con esto-
aclaró apuntando a los restos de cadáveres junto al auto.
Por
parte de Nico y Lara, el único sonido emitido era el de las mandíbulas de ella,
contra el pan duro, y respiración agitada.
Se
rompió el silencio.
-Podemos
intentar llegar a ese balcón- dijo Nicolás señalando el posible refugio.
El
hombre sonrió e hizo la señal de la cruz besando su mano al final.