25/2/15

Narrativa Implacable #8: La leyenda del Pedo Surreal



La fecha o año en el cual el asunto tomó lugar no tiene importancia, pero la circunstancia sí. Para dar contexto, voy a empezar contando que se trataba de una época en la cual tenía novia. En mi caso es muy extraño que me refiera a alguien de tal forma así que…sí, era bastante serio.

Era prácticamente una costumbre juntarnos los fines de semana, mirar una película y que me quede a dormir, por lo cual mis tripas estaban más entrenadas que un león de circo. El tema era aguantar media noche. Mientras ella se pegaba una ducha o iba a tomar sus pastillas, contaba con una pausa para ir hasta la ventana más cercana, sentarme en el borde y liberar cuanta flatulencia fuese posible. Sé que muchas veces exagero en estas historias, pero era literalmente lo que hacía. Me ponía una silla enfrente, para hacer presión con las manos y me mordía el labio inferior, haciendo fuerza hasta ese punto en el que el último y mas largo de los gases silva al terminar y luego, como una firma dice “tuik”

Pero bueno… aquella noche, me jodí yo solo por ir tarde. Ya se había bañado, ya había tomado las pastillas y había visto una peli. Yo en cambio, había comido pizzas, tomado fernet y probablemnte tendría sexo con ella antes de irnos a dormir. Eso sería una buena noticia, ya que podría hacer que transpire y vaya a bañarse. Bueno, no, le pusieron un aire acondicionado el día anterior, silencioso, y siempre a temperatura perfecta el hijo de puta.

Fue…un desperdicio de cuerpo y espíritu femeninos. Ella parecía estar disfrutando, yo en cambio, hacía lo posible por no dejar salir el gas del guasón (te hace reir…pero mata). No por tabú, porque creo que ella sabía que yo soy humano y que probablemente cago y meo y me tiro pedos y miro programas de Cris Morena cuando nadie me ve. Pero es un respeto que uno tiene con su pareja, además, imagínate, si yo cruzaba la línea, después tendría que bancarme yo su ventoseos, y no, suficinte ya con los mios, que a veces no logro reconocer, lo cual me hace sentir traicionado por mí mismo.

 Apretaba las nalgas tan fuerte que sentía como si en cualquier momento fuesen a adherirse y convertirse en una sola, como si fuese una fusión, un efecto contrario a la mitosis. Me imaginaba mi culo como la cara de alguien que acababa de chupar un limón. Si una bala hubiese golpeado mis glúteos en aquel momento, el mismo tirador habría muerto tras su rebote.




(espacio a la mitad del texto para ir a cagar)




Eventualmente, no transpiró, no hizo falta que fuese a bañarse, solo fue hasta el baño para lavarse los dientes, con la puerta abierta y así también orinó…con la puerta abierta. Con toda sinceridad, podía sentir los pedos salirse por mi ombligo.

Al acostarnos, quizás por la posición de mi cuerpo, quizás porque de repente dios existía, ocurrió un milagro. No tenía ganas de tirotear. Al parecer, se habían filtrado por algún lado… quien sabe, quizás los transpiré y pude así conciliar mi sueño. Pero en un extraño estado de inconsciencia, en el cual no sabía qué era real y qué no lo era, pude sentir mis nalgas vibrando. No era un pedo perezoso, como los que suelta tu perro cuando está bajo el ventilador o frente al aire acondicionado, éste se sintió más bien orgulloso, prominente, no tenía nada que esconder, más bein, mucho que demostrar. Pude sentir su personalidad deportiva, a la vez un espíritu de competencia y exhibicionismo, diciendo “estoy aquí”, con voz de camionero.

Su textura fue única, de haber sido posible, lo habría puesto en una copa solo para observarlo desde abajo. Quizás probarlo con algún tentempié, medir su potencia.

Al abrir los ojos recordé… estaba en la casa de mi novia y ella durmiendo al lado, y al volver al mundo real y no percibir ningún aroma, tampoco ver que ella se despertó con el estruendo, dudé.

¿Realmente lo había soltado? ¿Era mi novia una roca durmiente? ¿se estaba ella riendo en sus adentros? ¿fue mi gas tele transportado por un vacío entre el espacio y tiempo? ¿de haber sabido que me iba a dejar, lo habría soltado en su cara?

Eventualmente, a las 9 de la mañana me retiré, teniendo, por fin, espacio para liberar el tren bala con metafóricos vagones vacíos saliendo por mi ojete, pero en vez de disfrutar de la sensación de libertad, como (admitámoslo) hacemos todos tras salir de la casa de nuestra pareja, me quedé más bien pensando…fue ¿real?


Lo curioso es que le plantee la historia a un amigo, el día siguiente y tanto él como otros me contaron experiencias sobrenaturales que se asemejaban mucho a aquella…


Quizás nunca sacie mi curiosidad.