26/3/16

Emonocional


Esto sí que se siente extraño. Volver a lo que inicialmente era mi blog cuando lo inicié y lo que, en general, era antes el ser Bloggero.

Tener un rincón en internet donde esparcirte y escribir lo que se te cante, lo que te salga en el momento, respecto a cómo te sentís y cómo podes interpretarlo.

Este año tengo ahorrada la plata que quería, tengo planes enormes para el futuro próximo, mis notas van bien, el estudio genial y mis proyectos bastante bien también. Pero… algo pasa.

Entre mi cinefilia, adicción a ciertos tipos de literatura y orientación política, en alguna parte de mi cabeza, en el rincón más humano estoy yo, como un niño, que siente todo como si fuese nuevo, como si lo estuviese experimentando por primera vez. Todos tenemos esa parte y es a la que la mayoría tiende a aferrarse más, porque es, al fin y al cabo, en lo que nadie nos gana. Ser nosotros mismos.

Tiendo a ignorar esa parte, tiendo a consumir todo lo que me rodee, o al menos una porción razonable y ver qué puedo sacar de ello, qué puedo convertir en una realidad más fácil de masticar, lo cual es el proceso mismo de aprender y retransmitir.

Hace poco, esa parte, del niño que siente todo nuevo y no sabe nada, tuvo su momento de gloria. Me vi inmerso en una situación en la cual me sentí pleno, intelectual y emocionalmente, y fue genial. Cada instante se sentía distinto al anterior y a cada rato me preguntaba cómo era posible que nunca antes me haya sentido así.

Había tenido situaciones similares, sí, pero siempre en control de los parámetros, siempre consciente de que no sería eterno, por ende, cuando terminaba estaba más o menos preparado.

En esta ocasión no lo estuve, el impacto fue letal y excesivamente inoportuno.

No afectó mis estudios, tampoco mi rendimiento social y mucho menos mis hábitos diarios. Entonces… ¿por qué siento que algo anda mal?

Quizás es la impotencia de no poder influir en exactamente todos los factores de mi vida, el hecho de que no todos están dispuestos al diálogo y la tragedia de que a veces, solo a veces, todo sale como lo planeado.

¿Cómo describimos a esta sensación? No sé cómo es para vos, pero en mi caso no se siente mal, para mí es como si estuviese flexionando un músculo sin descanso alguno, que consume mi energía, me agota y me agota y para cuando llega el momento de dormir, a medida que voy apagando las luces de la casa, al instante en el que volteo hacia el pasillo que lleva a mi habitación pienso-¿Por qué?

¿Por qué no fue como lo deseábamos? ¿Cómo es que las cosas se salieron de tus manos? ¿Por qué no puedo decirte esto a vos cara a cara?

Las formas en las que vemos a las personas involucradas en un conflicto que no podemos resolver son por lo general muy distintas a ellas. Son una imagen de lo que creemos, imaginamos, son ellos para sí mismos. En esencia, somos nosotros.

Y en esa incesante conversación en silencio que sufrimos imaginando con la cabeza contra la almohada, en realidad estamos hablando con nosotros, con un rincón extraño de nuestra mente en el cual estamos en los zapatos del otro.

¿Por qué?

¿Por qué no fue como lo deseábamos?

Puedo mantener conversaciones en cuatro idiomas, tengo aproximadamente tres novelas escritas y cuatro o quizás cinco sin terminar. Tengo cuenta en más redes sociales de las que puedo recordar y te conozco hace más años de los que puedo contar con una mano, pero aun así no puedo entregar un simple mensaje, uno que se repite todas las veces que estoy solo y volteo hacia algún rincón de la casa.

“Fue hermoso”

Es todo lo necesario, y quizás signifique tan poco para quien lea esto. A esta altura dudo que algún día tenga el impacto que deseo, la fuerza necesaria para que se dé a entender lo que pasa por mi cabeza cuando recuerdo el momento en el cual me dije a mí mismo-Esto es bueno.

¿Por qué?


¿Por qué no fue como lo deseábamos?