Blaa blaa
blaa, soy ateo soy mala persona, etc, etc.
Voy a
empezar con los grupos de caridad y después paso a los que piden limosnas…
No voy a
hablar de las donaciones a supermercados con la cajera hablando por la nariz “¿quiere
donar shincuenta shentao para ayudar a los travestis con sida que blaa blaa bla?”
ese es un tema aparte.
Tuve la…no
sé si fortuna o el infortunio de haber pasado por muchos grupos de caridad,
algunos religiosos, otros no, no tiene importancia… bueno, sí, tiene
importancia, pero no viene al caso.
Cualquiera sea
el grupo, intentaba de que no se tratara de algo muy grande como “Techo”, que
tampoco viene al caso…bueno sí, mierda. No quería formar parte de algo que sé
que ocurre. Que entra dinero, no solo se malgasta sino que pierde dirección y
se gasta en cosas que no tienen nada que ver con lo que el donante tenía
pensado aportar.
Aprendí la
horrible lección de que no importa si el grupo es grande o chico, si te parecen
de confianza o no, la plata es plata, es una forma de poder muy difícil de
dirigir y muy tentadora. En uno de los grupos en los que participaba, llegué a
ganar cierto grado de importancia, y pude entender qué era lo que pasaba un
poco más arriba de los “recolectores”. Que son quienes ponen la cara para que
el donante en cuestión diga “estas personas están haciendo algo bueno, voy a
colaborar”.
Parte de la
plata iba no solo a golosinas para las reuniones, de las cuales no se sacaba provecho
casi nunca. A veces facturas, más de la necesarias, a veces para comprar
paquetes de yerba, de los cuales no todos se quedaban en el centro de reunión.
Otras veces pagaban el gas con las donaciones, gas que nosotros gastábamos calentando
agua o cocinando…
Nunca nos
decían “¿quieren poner plata para comprar algo de comer?”
Podrías
decir que el grupo en el que estuve era una cagada… me gustaría ver tu cara al
oir su nombre.
Pero de a
poco me fui dando cuenta de que en otras cosas también era así, con las
escuelas, o cualquier institución, por más pequeña que fuese.
No hace
falta que sea así en todo, pero ¿en qué te gustaría que se gaste tu plata? ¿Por
qué no donar el objeto en cuestión? Si te da pereza ir a comprar, por ejemplo,
pañales o paquetes de arroz para donarlos, que tires un par de mangos no te
acerca más al cielo.
Ahora…
suponiendo que vivimos en una tierra utópica donde todos somos honestos,
respetamos bla, bla, bla. Los que trabajan en los grupos de caridad u “ong”s
son voluntarios… no necesariamente especializados en lo que hacen. Las
elecciones de puestos se suelen hacer de forma democrática, así que solo hace
falta alguien con buena parla para que pueda ser elegido como el que distribuye
el dinero o decide de donde se conseguirán los materiales.
La plata se
gasta mal, lo presencié, se utiliza mal y por ende no se le saca buen provecho.
Y no hace falta pensarlo dos veces o verlo para darse cuenta. Estoy haciendo lo
posible por no putear a nadie y que el texto mantenga su seriedad, quiero que
el lector sea consciente de mi esfuerzo…
Donar limosnas…
sí, es fuertísimo que se te acerque alguien totalmente desamparado y te diga
que tiene hambre. Hace que, incluso, si uno le da algo o no, se sienta mal por
no poder hacer nada más. Lo más probable es que el dinero no sea para (en el
caso de que sea un infante) él. Los padres los mandan a pedir, algunos con
buenas y otros con malas intenciones. Es una triste verdad, hay gente que se
quedó sin su placebo, ya sea vino, faso, paco, cigarrillos o preservativos, y
quiere comprar más y manda a su hijo a pedir monedas porque sabe que tiene más
chances. Otros lo hacen por necesidad, pero ¿cómo podes asegurarte? ¿siquiera podes
estar seguro de no estar haciendo un mal? Sí, absolutamente.
En mi
familia, lo que aprendimos a hacer es preguntar “¿Qué necesitas?” y si es
comida, uno puede hacerle un sándwich, dar en un plato algo de lo que sobro del
almuerzo, que coma y luego te lo devuelva, o si sos un forro hijo de puta mal
nacido (sin ofender) le das en una servilleta. El mito de que van a volver y a
pedirte siempre es mentira, yo lo hago y no pasa, que no vivan tan bien como
vos no los vuelve idiotas, tienen sentido común. Podes ofrecerles un trago de
agua fría.
Pero quizás no
solo necesita comida, no hace falta que viva con hambre.
“¿Tenes
materiales para la escuela?” puede ser otra pregunta que venga bien. Pensá, quizás
te sobre algún bolso, una mochila con un agujero que se puede coser, el zapato
de cuando eras chiquito/a y nunca tiraste. Medias que no te entran, te sobran
biromes, quizás tenes un cajón lleno y están de adorno. Un cuaderno al cual le
quedan páginas en blanco pero no planeas usar.
¿Plata? ¿Qué va a hacer con tu plata? Suponiendo que el
dinero sea para el niño o niña que te está pidiendo y de verdad quiere
comprarse algo para sí, ¿no crees que vos lo invertirías mejor?
Más vale, existe la posibilidad de que esté ahorrando, más de
una vez me pasó que algún muchacho adolescente ofrecía rosas o estampitas
porque juntaba dinero para su viaje a Bariloche.
Digamos que en el centro te cruzas con alguien y te pide
plata. Si te sentís mejor por tirar una moneda, la puerta está abierta… tirate
de un quinto piso. Si te podes dar el lujo, ofrécele comprarle una porquería, quizás
le alegres el día.
Eso es todo… no tiene mucha forma el texto, perdón.