Esta historia es una continuación de Dead Outbreak: Por Favor (Parte 2)
Llegó a la puerta de la casa (la cual se encontraba detrás de
una reja del mismo tamaño que el marco de madera) e instantáneamente hizo lo
que había estado queriendo hacer desde que empezó a correr. Vomitó lo poco que
había consumido hacía un par de horas. Sentía una fuerte presión en el estómago
y cedió a ésta dejando su cuerpo caer sobre sus rodillas y las palmas de sus
manos y volvió a vomitar.
El hombre salió del refugio y le preguntó al muchacho si estaba
herido. Él negó con la cabeza y tosió para despejar la garganta, pudo soltar la
primera palabra bien formulada desde que se había pegado un tiro en la boca-
No-
-¿Son los analgésicos… estas mareado?
-No, no-
Nico sintió que el hombre lo agarró de los hombros, pensó que
estaba por ayudarlo a ponerse de pie, pero en realidad estaba abriendo la
mochila. Sacó algunas cosas y verificó que todo estuviese. Inició una pregunta-
¿Y dónde…?- pero no la terminó cuando notó que la botella de Jack Daniels
estaba a la derecha del joven. Agarró todo y lo metió en la casa. Salió
nuevamente para ayudar a Nicolás a ponerse de pie. Cuando notó que ya no tenía
en sus manos el rifle que se había robado, por el susto y desesperación lo
había tirado. Se sintió un completo estúpido, el arma podría haber sido su
boleto de salida de la casa, junto con el bebé.
-Te ganaste una siesta.-
Al ingresar, lo primero que vio fue que las velas estaban
apagadas, la puerta del patio abierta y la bebé jugando con un pequeño delfín
de peluche. Los portarretratos seguían con el frente hacia abajo y la mancha de
sangre en la pared de atrás estaba
intacta. Entre el ardor de garganta y la presión baja floreció una flamante
duda “¿De quien es?”
El tipo había mencionado un “anterior huésped”. Podía también
estar mintiendo. Podía ser tanto de un familiar suyo como de un desconocido al
azar. Después de todo, él lo había amenazado con dispararle en la rodilla si no
obedecía.
Se metió en la habitación en la que había despertado aquella
mañana y se lanzó a la cama como un saco de papas. El dueño del refugio le
dijo- Podes dormir ahí, yo prefiero estar cerca de la salida. ¿Querés que te
cierre la puerta?-
Soltó entonces su segunda palabra, ya casi sin dolor en la
lengua –Sí…- y cuando el hombre estuvo a punto de hacerlo, lo interrumpió con
una petición-¿A-agua?-
Él dio unos pasos hacia el costado, entró en una pequeña cocina
que Nicolás no había notado antes y volvió con una botella de soda- El agua es
para ella- dijo señalando a la niña con el pulgar, dejando en claro que el Jack
Daniels era para él. Algo que habría sido deducible si él no hubiese estado tan
asustado y dopado en el supermercado. Obviamente, sino… ¿con qué agua mezclaría
la leche en polvo?
Bebió unos tragos y no le
tomó mucho tiempo caer nuevamente en un profundo sueño. Fue totalmente seco,
así como cerró los ojos los abrió sin imagen alguna de por medio. Era
consciente de donde estaba y por qué, lo cual de alguna forma era
reconfortante.
Al salir al living comedor, al cual ahora, más lúcido notó él,
le faltaba la mesa, vio, con ayuda de dos velas, a la niña acostada en el
colchón abrazada a su mamadera. Y al hombre sentado a su lado, con un pequeño vaso
con whisky. La puerta del patio seguía abierta.
-¡Hey!- dijo el tipo con un tono bajo de voz y extendió una
mano, alcanzándole un plato con arvejas y arroz- No te preocupes…no lo herví en
soda. Tenía algo de agua de lluvia de hace unos dos días.
Él sujetó la comida y se vio extrañado, por no tener cubiertos.
-Uh…que boludo, perdón. No quiero moverme del colchón. La nena
se va a despertar. ¿Por qué no te llevas una vela a la cocina y te traes
cubiertos y un vaso? Acompañáme con unos tragos.-
Nico sonrió de forma amigable y devolvió el plato, se llevó con
qué iluminarse y sigilosamente tomó un par de cubiertos. Al abrir la lacena y
tomar un vaso, se llevó una interesante sorpresa. Detrás de éste, había una
mamadera, en perfecto estado, y no era ninguna de las que él había tomado en el
supermercado.
Se puso a comer sentado en el suelo del patio, junto a la puerta
que conectaba con el interior de la casa. Únicamente para sentir el aire fresco
y poder disfrutar de la luz de la luna que atravesaba de vez en cuando el manto
de nubes grises.
El dueño de casa resbaló un vaso con whisky por el suelo, desde
donde estaba sentado hasta que estuvo lo suficientemente cerca del joven como
para que éste pueda agarrarlo, pero él no prestó atención, estaba disfrutando
demasiado de la comida.
-Supongo que si podes comer así ya podes hablar…
-Más o menos- dijo éste y sonrió de forma cortés- de a momentos
me duele debajo de la lengua.
-Una bala pasó entre tu yugular y tu mandíbula…- dijo el hombre
y ambos rieron en voz baja- Tenes nombre, ¿no?
-Nicolás… bah, Nico- respondió entre bocados- ¿Usted?
-Sergio.
-¿Es su casa?- preguntó dudosamente, como si no quisiese ser
escuchado, con miedo.
El hombre titubeó un poco, dio un trago y respondió- Sí… ¿por
qué no tomas?-
Nicolás dejó el plato vacío en el suelo, a su derecha y bebió del
vaso que estaba a su izquierda.
-Mierda…- dijo en un sufrido murmuro-… cómo arde la herida…
-Vas a ver que vale la pena- dijo Sergio- Yo no solía beber,
pero desde que empezó esto, desde que ella se fue…
-¿Ella?- preguntó el muchacho.
-Sí…la mamá de esta nena. Tuvimos unos problemas cuando esto
empezó y…y se fue. No quedaba otra, ella… no me amaba.-Bebió un profundo trago
y volvió a cargar el vaso. Nico bebió lo que quedaba en el suyo, sufrió nuevamente
del ardor y pidió más. Una vez su vaso estaba cargado salió otra vez al patio,
tomó una de las velas y un pedazo de vidrio afilado que vio sobre uno de los
muebles. Resto de un porta retratos, quizás.
-Y dejó a la bebé…¿se fue y dejó a la bebé?- preguntó mientras
comenzaba a usar el cristal para hacer un dibujo en la sangre de la pared.
-En realidad fue mi decisión, yo hice que se vaya. Y yo decidí
quedarme con la nena.
-La dejaste afuera…- dijo el joven-…con todas esas cosas. Ha de
estar sufriendo muchísimo sin tu ayuda.
-No, no, para nada, donde sea que esté, no sufre, créeme- musitó
Sergio y bebió todo el contenido de su vaso de un solo trago. Se sirvió más y
siguió- Ha de estar con ese idiota, ese imbécil al que tanto quería. No estoy
seguro…creo que él sigue vivo…
El ritmo cardíaco de Nico se aceleró. Y prefirió no volverse
hacia Sergio, temía que éste lo estuviese mirando de forma amenazante.
-Corrió como un maricón cuando vio el arma… seguro ya se lo
comieron. Sino ya habría vuelto.
Las piernas del joven habían sido paralizadas con el miedo,
disimulaba seguir dibujando en el manchón de sangre de la pared, pero le
costaba. Su frente ya comenzaba a sudar de los nervios.
El hombre se bebió el resto del Jack Daniels desde la botella y
luego dijo-Ella…esa puta…- casi entre llantos- …no me quería, no quería
aceptarme, ni lo nuestro, la historia que teníamos. Ella quería a su esposo.-
Nico quebró la punta afilada del vidrio por ejercer demasiada
presión.
-Y le volé la cara…le volé la cara enfrente de su hija…- comenzó
a llorar, primero suavemente, luego entre temblores y estertores.
Nicolás se quedó mirando la mancha roja oscura, casi marrón que
tenía enfrente. Y justamente, había estado intentando dibujar el rostro de una
mujer.
Allí lo entendió, los portar retratos. No necesitaba verlos para
saber que Sergio no figuraba en ninguno de ellos.
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