5/9/15

Dead Outbreak: Por Favor (Parte 3)

Esta historia es una continuación de Dead Outbreak: Por Favor (Parte 2)









Llegó a la puerta de la casa (la cual se encontraba detrás de una reja del mismo tamaño que el marco de madera) e instantáneamente hizo lo que había estado queriendo hacer desde que empezó a correr. Vomitó lo poco que había consumido hacía un par de horas. Sentía una fuerte presión en el estómago y cedió a ésta dejando su cuerpo caer sobre sus rodillas y las palmas de sus manos y volvió a vomitar.

El hombre salió del refugio y le preguntó al muchacho si estaba herido. Él negó con la cabeza y tosió para despejar la garganta, pudo soltar la primera palabra bien formulada desde que se había pegado un tiro en la boca- No-

-¿Son los analgésicos… estas mareado?

-No, no-

Nico sintió que el hombre lo agarró de los hombros, pensó que estaba por ayudarlo a ponerse de pie, pero en realidad estaba abriendo la mochila. Sacó algunas cosas y verificó que todo estuviese. Inició una pregunta- ¿Y dónde…?- pero no la terminó cuando notó que la botella de Jack Daniels estaba a la derecha del joven. Agarró todo y lo metió en la casa. Salió nuevamente para ayudar a Nicolás a ponerse de pie. Cuando notó que ya no tenía en sus manos el rifle que se había robado, por el susto y desesperación lo había tirado. Se sintió un completo estúpido, el arma podría haber sido su boleto de salida de la casa, junto con el bebé.

-Te ganaste una siesta.-

Al ingresar, lo primero que vio fue que las velas estaban apagadas, la puerta del patio abierta y la bebé jugando con un pequeño delfín de peluche. Los portarretratos seguían con el frente hacia abajo y la mancha de sangre en la pared  de atrás estaba intacta. Entre el ardor de garganta y la presión baja floreció una flamante duda “¿De quien es?”

El tipo había mencionado un “anterior huésped”. Podía también estar mintiendo. Podía ser tanto de un familiar suyo como de un desconocido al azar. Después de todo, él lo había amenazado con dispararle en la rodilla si no obedecía.

Se metió en la habitación en la que había despertado aquella mañana y se lanzó a la cama como un saco de papas. El dueño del refugio le dijo- Podes dormir ahí, yo prefiero estar cerca de la salida. ¿Querés que te cierre la puerta?-

Soltó entonces su segunda palabra, ya casi sin dolor en la lengua –Sí…- y cuando el hombre estuvo a punto de hacerlo, lo interrumpió con una petición-¿A-agua?-

Él dio unos pasos hacia el costado, entró en una pequeña cocina que Nicolás no había notado antes y volvió con una botella de soda- El agua es para ella- dijo señalando a la niña con el pulgar, dejando en claro que el Jack Daniels era para él. Algo que habría sido deducible si él no hubiese estado tan asustado y dopado en el supermercado. Obviamente, sino… ¿con qué agua mezclaría la leche en polvo?

Bebió unos tragos y  no le tomó mucho tiempo caer nuevamente en un profundo sueño. Fue totalmente seco, así como cerró los ojos los abrió sin imagen alguna de por medio. Era consciente de donde estaba y por qué, lo cual de alguna forma era reconfortante.


Al salir al living comedor, al cual ahora, más lúcido notó él, le faltaba la mesa, vio, con ayuda de dos velas, a la niña acostada en el colchón abrazada a su mamadera. Y al hombre sentado a su lado, con un pequeño vaso con whisky. La puerta del patio seguía abierta.

-¡Hey!- dijo el tipo con un tono bajo de voz y extendió una mano, alcanzándole un plato con arvejas y arroz- No te preocupes…no lo herví en soda. Tenía algo de agua de lluvia de hace unos dos días.

Él sujetó la comida y se vio extrañado, por no tener cubiertos.

-Uh…que boludo, perdón. No quiero moverme del colchón. La nena se va a despertar. ¿Por qué no te llevas una vela a la cocina y te traes cubiertos y un vaso? Acompañáme con unos tragos.-

Nico sonrió de forma amigable y devolvió el plato, se llevó con qué iluminarse y sigilosamente tomó un par de cubiertos. Al abrir la lacena y tomar un vaso, se llevó una interesante sorpresa. Detrás de éste, había una mamadera, en perfecto estado, y no era ninguna de las que él había tomado en el supermercado.

Se puso a comer sentado en el suelo del patio, junto a la puerta que conectaba con el interior de la casa. Únicamente para sentir el aire fresco y poder disfrutar de la luz de la luna que atravesaba de vez en cuando el manto de nubes grises.

El dueño de casa resbaló un vaso con whisky por el suelo, desde donde estaba sentado hasta que estuvo lo suficientemente cerca del joven como para que éste pueda agarrarlo, pero él no prestó atención, estaba disfrutando demasiado de la comida.

-Supongo que si podes comer así ya podes hablar…

-Más o menos- dijo éste y sonrió de forma cortés- de a momentos me duele debajo de la lengua.

-Una bala pasó entre tu yugular y tu mandíbula…- dijo el hombre y ambos rieron en voz baja- Tenes nombre, ¿no?

-Nicolás… bah, Nico- respondió entre bocados- ¿Usted?

-Sergio.

-¿Es su casa?- preguntó dudosamente, como si no quisiese ser escuchado, con miedo.

El hombre titubeó un poco, dio un trago y respondió- Sí… ¿por qué no tomas?-

Nicolás dejó el plato vacío en el suelo, a su derecha y bebió del vaso que estaba a su izquierda.

-Mierda…- dijo en un sufrido murmuro-… cómo arde la herida…

-Vas a ver que vale la pena- dijo Sergio- Yo no solía beber, pero desde que empezó esto, desde que ella se fue…

-¿Ella?- preguntó el muchacho.

-Sí…la mamá de esta nena. Tuvimos unos problemas cuando esto empezó y…y se fue. No quedaba otra, ella… no me amaba.-Bebió un profundo trago y volvió a cargar el vaso. Nico bebió lo que quedaba en el suyo, sufrió nuevamente del ardor y pidió más. Una vez su vaso estaba cargado salió otra vez al patio, tomó una de las velas y un pedazo de vidrio afilado que vio sobre uno de los muebles. Resto de un porta retratos, quizás.

-Y dejó a la bebé…¿se fue y dejó a la bebé?- preguntó mientras comenzaba a usar el cristal para hacer un dibujo en la sangre de la pared.

-En realidad fue mi decisión, yo hice que se vaya. Y yo decidí quedarme con la nena.

-La dejaste afuera…- dijo el joven-…con todas esas cosas. Ha de estar sufriendo muchísimo sin tu ayuda.

-No, no, para nada, donde sea que esté, no sufre, créeme- musitó Sergio y bebió todo el contenido de su vaso de un solo trago. Se sirvió más y siguió- Ha de estar con ese idiota, ese imbécil al que tanto quería. No estoy seguro…creo que él sigue vivo…

El ritmo cardíaco de Nico se aceleró. Y prefirió no volverse hacia Sergio, temía que éste lo estuviese mirando de forma amenazante.

-Corrió como un maricón cuando vio el arma… seguro ya se lo comieron. Sino ya habría vuelto.

Las piernas del joven habían sido paralizadas con el miedo, disimulaba seguir dibujando en el manchón de sangre de la pared, pero le costaba. Su frente ya comenzaba a sudar de los nervios.

El hombre se bebió el resto del Jack Daniels desde la botella y luego dijo-Ella…esa puta…- casi entre llantos- …no me quería, no quería aceptarme, ni lo nuestro, la historia que teníamos. Ella quería a su esposo.-

Nico quebró la punta afilada del vidrio por ejercer demasiada presión.

-Y le volé la cara…le volé la cara enfrente de su hija…- comenzó a llorar, primero suavemente, luego entre temblores y estertores.

Nicolás se quedó mirando la mancha roja oscura, casi marrón que tenía enfrente. Y justamente, había estado intentando dibujar el rostro de una mujer.


Allí lo entendió, los portar retratos. No necesitaba verlos para saber que Sergio no figuraba en ninguno de ellos.