Algunos, por
no ser muy inspiradores o por no contar con la suficiente motivación, apuntan a
lo pavo “Te invito a tomar algo”
Otros, por
no querer dar una falsa idea de seriedad apuntan a lo directo “Te invito al
cine” evitando completar la frase “a comernos y tocarnos en la oscuridad…. Solo
que te tengo que pagar la entrada primero.
Es como prostitución pero…..”
Pero si uno
tiene las bolas grandes y pesadas como dos pufs, de tal forma que caminar sin
ropa interior puesta es como jugar al tiki-taca entre wrecking balls, y si la
mujer como objetivo realmente lo vale,
la vas a terminar invitando a cenar.
Si la
invitas a tu casa, lamentablemente resulta obsceno(onda”amoacojé”), e insistir
en ir a la suya, probablemente el triple de obsceno(“amoacojéntudepto”), por lo
que tendrás que jugarte con una comida al aire libre… o en un bar o restaurant.
Lo que venga, mientras no sea un carrito de panchos en una plaza, no seas ciruja.
Y cuenta la
leyenda… que lo que te estoy por contar no pasó una, no pasó dos, sino
aproximadamente… bueno, no tengo ni puta idea de cuantas veces pasó. Pero el
plan era intentar meter los hechos más frecuentes en la misma caja, para mi
suerte, salí con una mina que se mandó todas, todas y cada una de las cagadas
que hacen de una primera cita una enorme mierda, marrón, ni solida ni muy
espesa, con algunos granitos de choclo alrededor.
Era una
tarde bella, como pocas hay, se daba la oportunidad. Ella cruzaba miradas
conmigo bastante seguido y sonreía de tal forma y con tal frecuencia, que me
hacía dudar de su sobriedad o quizás fumaba mariguana de la buena.
Llegado un
punto, me di cuenta de que el pelo en el pecho no es un adorno… sino un símbolo
y una marca que debo ganarme a parte de sus orígenes genéticos y evolutivos,
claro. La invité a cenar de la forma más directa, menos obscena, y en lo
posible más carente de tartamudeo. Básicamente fue un “¿Que responderías si te
invito a cenar?”
La bella
dama accedió y tuve que guardarme las ganas de sonrojarme y saltar en una pata
cual bailarina diciendo “siiii, siiii”. Almenos tuve que guardármelas hasta que
entré al baño más cercano y noté que estaba vacío.
Esa noche,
obviamente, tenía todo listo. En mi cabeza, una lista de temas de conversación
con los cuales podría averiguar si compartíamos intereses. Otra lista, pero de
preguntas, que me llevarían a entender si era una chica decente, digna y
elegante o una pelotuda arrastrada con un resorte entre las rodillas. Y claro
en los bolsillos el dinero, celular, chicles, llave de casa y un par de
preservativos (uno común, y en caso de que el primero se rompa, el segundo ya lubricado)
pero claro éstos serían útiles solo en el caso de que la chica fuese…
“apurada”. Lo cual indicaría que verla de nuevo sería una mala idea. Si una
mina coge con vos a la primera oportunidad, es una mina que sabe lo que quiere.
Y si sabe lo que quiere con vos, probablemente sabe lo que quiere con cualquier
otro pibe con el que haya salido.
Llegando al
restaurant, la muy hija de… digo, la dama, llegaba tarde, por lo cual tuve que
dedicarme a responder sus sms preguntándome si había mucha gente, cómo tenía
que ir vestida, si me gustaban las trenzas, si alguna vez pensé que
terminaríamos saliendo, que qué íbamos a comer, que qué íbamos a tomar, que qué
no íbamos a comer o qué no íbamos a tomar, que qué íbamos a hacer después (lo
cual me hizo acariciar mis “acondonados” bolsillos).
Poniéndome a
inspeccionar cuánto dinero tenía en la billetera, noté que dentro de ésta había
un pequeño sobre de lubricante, trayéndome recuerdos sobre la persona que me lo
dio y por qué me lo dio.
Había
conocido a una persona que lo necesitó en una situación de vida o muerte… y
terminó usando un jabón para que su pene resbalase por el tracto anal de su
pareja de turno. El muchacho había descrito la sensación como “quemante”
incluso bajo los efectos de estupefacientes. Había tenido problemas para orinar
y, según él, se le había metido jabón en la uretra y la chica decía que le
ardía y/o picaba el culo por dentro.
Lamentablemente
desconocemos la identidad de la chica, pero siempre recordaremos la sufrida
narración de nuestro amigo y sus expresiones faciales recordando y
repitiéndonos “nunca uses jabón para lubricar un orto” dejando de lado que lo
del orto es una mala idea de por sí.
En fin.
La chica
llegó aproximadamente dos horas tarde, momento para el cual ya me había hecho
amigo de las personas de la mesa de al lado, incluso compartíamos una cerveza,
un par de daiquiris y algunos gustos musicales y del mundo del cine.
Probablemente debí haberme quedado con ellos.
La saludé de
forma educada, ella respiraba agitada, como si hubiese venido corriendo. Yo, a través
del marco de la puerta, la había visto bajarse del remis.
-¿por qué
tardaste tanto?- pregunté esperando alguna interesante y poco creíble historia
sobre su gato escapando o que se yo… aliens, cosas que una mina inventaría para
excusarse en vez de tener que decir “no sabía que ponerme”.
La respuesta
que recibí fue- Vivo lejos, y ninguna empresa de remises contestaba así que
vine caminando. Siempre hago eso, me gusta caminar, es bueno para el
medioambiente y para uno.-
Levanté mis
cejas hasta que éstas revotaron en el borde superior de mis nalgas y volvieron
hasta la parte inferior de mi frente.
Intenté
ignorar la evidente y poco creativa mentira preguntándole qué quería tomar,
mientras con una mano llamaba a una mesera.
-Lo que vos
tomes- dijo ella y yo pues procedí a pedirme una cerveza. Y aquí comenzó el
show del lanzamiento de caca.
-¡Ahhsh!
¿Cerveza?- preguntó frustrada, lo cual me hizo, por debajo de la mesa apretar
mi rodilla con la mano, evitando insultarla, mientras me mordía el labio con
todas mis fuerzas.
-Para ella
una Sprite- dije a la mesera, y ésta me sonrió notando mi frustración.
-¿Qué vas a
comer?- pregunté mientras a la mesera señalaba, con el dedo en el menú, que yo
comería una porción grande de papas fritas.
-Yo nada…-
contestó.
-Mirandole
con una falsa sonrisa pregunté-¿segura?- y ella dijo –segura… aunque no lo
creas, yo nunca ceno.-
No recordaba
haber dicho en ningún momento que no le creía, pero la dejé alardear sobre cómo
mantenía su “figura” sin mencionar, en todo el monótono discurso, una sola
actividad física.
Cada una de
sus frases terminaba diciéndola con cara de confundida y hombros encogidos “no
sé por qué… no tengo hambre a la noche.”
Al venir mi
Cerveza (lo único bueno de la cita) y su Sprite, me preguntó si tomaba mucho. Le respondí que
no mucho, pero al parecer, a la chica
que baja de un remis y me dice que vino caminando, le pareció poco creíble mi
respuesta y procedió a contarme lo malo que era para mi cuerpo, para mi cerebro
y para mi ámbito social (cuak?)
Como su
botella era de medio litro, no duró nada, y claramente, terminó tomando más de
mi Brahma que yo. De tal forma que cuando llegó mi porción de papas fritas,
tuve que pedirme otra bebida.
Me pedí
cerveza de otra marca, para poner a prueba a la chica. Probablemente le gustaba
solo la Brahma. Así que me pedi una Budweiser.
Para cuando
había tomado (con su ayuda) la mitad de la segunda, la muy malparida que (de
hombros levantados y cara de confundida) “no tenía hambre de noche” se había
comido más de la mitad de mis papas… a ver chicas…
Nos chupa uh
huevo la comida, o sea, todo bien. La disfrutamos. Pero si les ofreceos comida
digan SI.
Habría
preferido pagarle un asado a la olla antes de quedarme con hambre. Porque como
ella legó tarde… para aquella hora, no podía pedirme otra cosa a parte de maní.
Ya habían cerrado la cocina (era un resto-bar)
Tras sus alusiones
refiriéndose a mí como alguien poco sano por tomar… lo mismo que estaba tomando
ella, hice una pregunta especialmente tramposa.
-¿a qué
gimnasio vas?-
Ella sonrió
y dijo- No voy, yo em…em…-comenzó a tartamudear – Yo salgo a caminar, es el
mejor ejercicio. Leí que es muy bueno para el corazón y para la cola.-
Me quedé
mirándola con sonrisa irónica y en silencio, cuando ella respondió apurada
- Y tomo
Gatorade.-
Mi pelotudómetro
se sobrecargó. No pude evitar soltar una risa.-¿y qué carajo tiene que ver el
gatorade?- pregunté riéndome.
Ella se
sonrojó y la verdad me dio un poco de pena. Intenté entablar una conversación
sobre películas…su favorita era Diario de una Pasión. Quise charlar sobre
música, ella me preguntó sobre Agapornis. Intenté incluso hacer chistes
sexuales y ella no los entendía.
Simplemente…no
era para mí
Fingí haber
recibido un sms de emergencia por parte de un familiar y me fui A LA MIERDA.
¿Moraleja?
….
…
..