El siguiente relato es continuación de
Dead Otbreak: Ana.<---click leer.="" p="" para="">
Recuerdo cuando mis preocupaciones se
reducían a levantarme a tiempo para ir a la escuela…
O pensar que iba a decir si me ponía a
hablar con ”esa chica” en el recreo.
El mundo cambió bastante, vi morir a mi
mejor amiga. Pude oír a un amigo mío suicidándose por un radio. Vi a otro
comportarse como un cadáver ambulante. Puse una bala en el cerebro de mi propio
padre.
Mis preocupaciones luego de dichos hechos
cambiaron. Se convirtieron en “conseguiré algo que comer y beber?” ”¿podré
dormir sin el miedo a despertarme con alguien masticando mi carne?”
Desde que todo el desastre inició muchas
personas sacaron su verdadero “yo” a la luz. Algunos venden tickets para shows
clandestinos de niñas menores de 15 años caminando desnudas en cuatro patas, o
en su defecto, venden cuerpos re-animados( sin dientes) para ser usados como
esclavos sexuales, o para que los golpees por diversión.
Muchos acuden al canibalismo. Cazan
personas y las consumen, creyendo que así nunca van a convertirse.
Muchos policías se ponen máscaras y salen
por las noches a hacer lo que es debido, volarles la cabeza a estas bestias, lo
cual aun meses después del desastre, sigue siendo ilegal.
Los familiares de los infectados se ven
obligados a mantenerlos atados, con un bozal puesto hasta que se pudran…o
consigan una cura. Pero no hay cura, nunca la va a haber… no es un virus, pero
tampoco puedo decir qué es, porque aun siendo el único que volvió de allí, no
tengo idea de qué carajo es.
Solo hay una forma de volver a esas
personas a la normalidad… pero tienen que haber sido recientemente fallecidos,
sus órganos no deben haber sido muy afectados por la patología.
Hay que mantener cada parte del cuerpo
irrigada, mientras se va agregando y a la vez quitando sangre. Como el corazón
no late es necesaria una maquina de bombeo muy especial, por lo que sé, la que
usaron en mí era la única de su tipo… y fue destruida.
Se debe conseguir un corazón limpio de
infección, que sea compatible con el cuerpo.
Si todo sale bien, la persona volverá a
tener una función normal de su cuerpo. Pero se la ha de haber mantenido
alimentada por medio de sueros, cargados con toda proteína necesaria para la
vida. Y se deben de haber mantenido bien hidratados sus ojos, de lo contrario,
habrá quedado ciego.
Si
hay otra forma de regresar de esa zombificación… no sé de ella.
-Mario
Dead Outbreak: Trauma
A
todo aquel que haya sufrido por mi culpa le digo… perdón. No saben cuanto lo
lamento
-Javier
Trauma
Llegó Mario de su corta expedición,
colgando de su antebrazo izquierdo su remera, la cual estaba siendo usada como
bolsa, rellena de ramas de árbol. Y en su mano derecha, la única que le
quedaba, un hacha corta.
-Acá te traje unas más- me dijo mientras yo
bajaba la mirada y seguía dándole punta a otras ramas con mi cuchillo, sentado
en el baúl del auto.
Mariel, que estaba durmiendo allí dentro,
salió y preguntó- ¿qué haces? ¿Para que son esas cosas?.
-Son estacas, podemos tener muchas en el
elástico del pantalón. La clavamos en la sien de los muertos, a los costados de
la cabeza y mueren al toque-
-¿estás seguro? ¿Así de fácil es?-
-Ya lo hice una vez- respondí mientras me
ponía de pie y sacaba unas latas de arvejas.- ¿tienen hambre?-
-yo si- dijo Mario. Y nuestra amiga se
desperezó y exclamó- me voy al baño, chicos.
Y mientras ésta caminaba hacia los árboles,
en ese llano pastizal seco, se volteó y sonriendo me dijo- no estás por hacer
guardia, andá y comé tranquilo.-
-No te voy a dejar ir sola por lo menos
tomá una de éstas - le dije (refiriéndome a la estaca) hablando muy en serio. Los
infectados se habían vuelto muy silenciosos durante el día. En la zona rural,
se paraban de frente a un árbol, para que la luz no lastimase sus ojos y así se
quedaban por horas, hasta que olían carne y si estaba muy cerca, atacaban. O
empezaban a caminar ya de noche.
-¿ayer matamos como a..cuántos? ¿siete? ¿Diez?-
dijo ella haciendo gestos con las manos.- hicimos un círculo alrededor del auto
con los fiambres y yo dormí ahí hasta recién. No me van a sentir el olor. Tengo
encima más sangre de esas cosas que la mía y tengo un cuchillo del tamaño de mi
pie colgando de la cintura.
- ¿perdés algo con que vaya y vigile
alrededor?
-No, pero me molesta.- dijo y fue hacia los
arboles.
Una vez que se alejó, mientras abría mi
lata de arvejas, fui tras ella. Desde detrás de los arboles, para que no me
viese.
En un momento se detuvo y se agachó detrás
de un árbol. Allí esperé mientras miraba hacia los lados, recostado contra un
tronco seco. Escuché una respiración, y unos gruñidos, acompañados con un
crujir de dientes. Allí, de cara a un frondoso árbol estaba una de esas cosas.
Casi en sus huesos. Su piel era gris y ya se había comido ambos antebrazos. Ambas manos tenían un color purpura y estaban
inflamadas por la infección y los efectos de la descomposición y el calor de la
zona. Nos habíamos acostumbrado tanto al olor de la carne podrida, que no lo
sentimos.
Silenciosamente, puse mi lata en el suelo
y, pisando hojas secas, fui hasta él y con mi mano izquierda estrellé su cara
contra el árbol y saqué de mi pantalón una de las estacas que recién había
armado.
La levanté, preparándome para atravesar el
costado de su cráneo a plena luz del día con los pájaros cantando y las hojas
secas quebrándose bajo mis pies, casi como una dulce sinfonía funeraria.
Miré hacia mi izquierda. Veía el cañón de
un rifle elevarse desde detrás de un arbusto. Alguien siguió nuestro rastro, no
fue muy inteligente de nuestra parte dejar tras nosotros un camino de
cadáveres. Era mucho más peligroso juntarse con otros sobrevivientes que con
infectados. Harían lo posible por quitarte todo, sin mencionar que el
canibalismo se había convertido en una nueva moda.
Grité- ¡NO! ¡Mariel! ¡Tírate al suelo!- con
todas mis fuerzas. Pero era tarde. El arma se disparó y el fusil fue directo a
ella.
Mientras oía los gritos de la pobre chica,
el tirador vino hacia mí. Yo, sosteniendo al monstruo desde sus blancos
cabellos lo usé como escudo. Recibió unos tiros en el pecho y cuando, el hijo
de puta se quedó sin balas, a los empujones, le tiré encima al infectado y
quedaron ambos peleando en el suelo mientras su carne era masticada.
Corrí desesperado hasta mi amiga. La cual
no paraba de gritar y retorcerse.
Cuando llegué a ella, estaba en el suelo
acurrucada, aun con los pantalones abajo, llorando desaforadamente, y una de
sus rodillas… su rodilla derecha no estaba, parecía más como si en su lugar
hubiese una rosa hecha de pétalos de carne.
Dead Outbreak :Trauma(DIA 1)
Mientras a toda velocidad aceleraba el
automóvil hacia el pueblo más cercano, el silencio invadía el interior del vehículo.
Mario había encontrado la forma de dormir a
Mariel, claro, después de atarle un par de medias largas alrededor de donde
debía estar su rotula, ahora eran solo añicos.
-Sos buenísimo vigilando – me dijo mi
acompañante de brazos cruzados, comentario que ignoré.
- ¿Como hiciste para que se duerma?-
pregunte ya incomodo, desesperado y cansado de que los únicos sonidos dentro
del vehículo fuesen su voz y el rugido del motor.
-Cloroformo-
-Cloro… ¿de dónde sacaste cloroformo?-
-Tenía un poco escondido, lo usaba para dormir.
Sabes que tengo serios problemas para dormir.
-Todos tenemos problemas para dormir. Pero…
si una de esas cosas te atacaba a la noche no ibas a poder levantarte,
estúpido, habrías estado desmayado. ¿Acaso sos…?
Me interrumpió a gritos- ¡yo fui una de
esas cosas, creéme que dormir no es lo mismo después de eso! Es completamente
imposible- y respiró agitado
- Perdón…- dije bajando la cabeza y
levantando los hombros, aun con la vista al frente- Por eso te dolía la cabeza
siempre, porque usabas cloroformo… ¿de
dónde lo sacaste?
-Cuando íbamos al sur, en la ruta había una
ambulancia, ahí donde encontraste el botiquín y el bisturí con el que Mariel
casi se suici...-
-Sí, sí, entiendo, ahí lo encontraste.
-No, en la cartera de, supongo, una
enfermera drogadicta. Creo que también había heroína, o coca, no sé.
Hubo silencio nuevamente. Se prolongó por más
o menos 5 minutos, en los cuales una idea latía dentro de mí, pero no me
animaba a decirla. Mis ojos empezaron a humedecerse y mi amigo me preguntó- ¿Estás
llorando Javier?
Dejé un par de lágrimas caer, no quería
tartamudear, no quería hacer tan evidente lo asustado que estaba, respiré hondo
un par de veces y lo dejé salir despacio- Estábamos tan bien, la puta madre,
iba perfecto. Teníamos comida para unos tres días más. Tenemos en el baúl una
cantidad de agua que se puede tomar y esto tenía que pasar. Un caníbal tenía
que matarla.-
- ¿Un caníbal?- preguntó- ¿Vos decís que era uno de esos hijos de puta?
-No hay nadie que crie chanchos o vacas. La
gente saca su instinto de supervivencia Mario, hacen lo que sea por no cambiar
las mejores partes de su cómoda vida, ¿vos crees que se van a volver
vegetarianos? No es la primera vez que los no infectados intentan cagarnos.
Se quedó mirándome, y yo seguí- ¿acaso
pensas que el tipo creyó que estaba disparando a una infectada meando? ¡NO
BOLUDO! La iba a matar e iba a comérsela. O Cogerla, no sé.
Respiré aceleradamente y frenando el
llanto, tratando de aguantarme, de no decir en lo que realmente me afectaba,
una idea que era equivalente a fuego dentro de mi cerebro.
Pero él, Mario, con su mentalidad y
razonamiento tan similar al mío, dio justo en el blanco:
-No crees que le convenga vivir así. Es
eso, ¿verdad?
Mi corazón casi se detuvo -No sé. No creo
que debamos decidirlo sin preguntárselo.-
-Si te pide que la mates ¿lo harías?-
preguntó con un tono muy dudoso, él realmente no sabía cuál sería mi respuesta
y poda sentir su curiosidad golpeando el lado derecho de mi rostro.
Mientras tenía una mano en el volante y la
otra secándome las mejillas de lágrimas y la frente de sudor, respondí -En este
caso… probablemente. ¿Por qué? ¿Vos no podrías?
Se acomodó en su asiento y de la guantera
(a sus rodillas) sacó un paquete de cigarrillos. Tomó uno y dijo:- No tenemos
fusil para la pistola. Ninguna de las dos tiene munición- se lo puso entre los
labios y mientras sacaba el encendedor del bolsillo siguió-Tendríamos que…- Lo encendió y después de una pitada, dejo
salir el humo con la frase completa:-Tendríamos que matarla de otra forma.-
Quedé en silencio mientras pensaba y me
preguntaba:” ¿que no había dejado de fumar? ¿Tan estresado está que rompe una
racha de 7 meses de abstinencia?”
-¿Cómo?- se preguntó en voz alta- ¿Cortándole
las arterias? ¿Una estaca en la sien? Si no queremos que sufra tenemos que
pensar bien en eso.
-Tenés razón- le dije ya divisando como nos
acercábamos a un pueblo.
Vimos algo totalmente inesperado, como una
luz al final del túnel. Yo no pude pronunciarlo, estaba tan emocionado como
asustado, al igual que mi acompañante.
Era un hospital, en la mitad de la nada,
lejos del pueblo, me preguntaba ¿qué hacia allí?
Me detuve y bajé instantáneamente del auto.
Al mirar, los carteles estaban destruidos,
no podía verse ni el nombre del centro médico, solo una cruz roja caída por
encima de la puerta.
-No frenes acá imbécil, vamos para el
pueblo- dijo Mario.
-Vamos a buscar… puede que haya botiquines…-Tartamudeaba
por dudar de mis propias palabras- podemos tratar su herida y puede que…-
volvió a interrumpirme, sacando su hacha corta y bajando del auto.
La puso bajo su axila izquierda -Javier, la
puta madre, hay algo que no entendés.- abrió la puerta trasera derecha y sujetó
a la chica de uno de sus tobillos, era difícil ver cual desde donde me
encontraba, solo supe que lo hizo porque, a través de la ventana, la vi
deslizarse sobre el asiento hacia el lado opuesto del auto.
- ¿Qué estás haciendo malnacido?- pregunté
espantado. Él me miró furioso y a la vez triste, siguió estirando hasta que el
cuerpo golpeó el pavimento.- ¡¿Qué estás por hacer?!- grité tomando una estaca
de forma amenazante.
-Ya arruinaste su vida Javier, hace mucho
tiempo-
-¿Qué?- pregunté y caminé alrededor del
auto para verme frente a él.
-Me extraña que no lo haya mencionado
cuando también evitaste que se suicidara- se arrodilló junto al cuerpo y
levantó el hacha. No sabía cómo acercarme, o como pedirle que no lo hiciera, se
veía tan seguro de sí mismo.-No solo arruinaste su vida, sino también su
muerte.-
-¿Mario… qué estas…?- volteó hacia mí, sus
ojos estaban cubiertos en lágrimas-Tambien arruinaste mi vida Javier… Ambos
sabemos… que la decadencia de la humanidad es culpa tuya.-
Bajó su hacha con todas sus fuerzas y la
incrustó en la frente de la chica.
-¡NO! ¡NOOOO!- grité- ¡¿QUÉ HICISTE?!- ya
con lágrimas en los ojos, el rostro totalmente rojo y con un fuerte nudo en la
garganta. Los fluidos salían sin pausa del cráneo de Mariel.
Mario no se permitió un descanso, levantó
el hacha y con un gran grito de furia lo mandó directo a la nuca de la
muchacha, mientras la sujetaba del hombro. Una, otra, otra y otra vez
-¡Pedazo de mierda!- grité y di largos
pasos hasta llegar a él. Estiré las manos para tomarlo del cuello, pero no pude
hacerlo. Usó el lado opuesto al filo de su hacha para golpear mi mentón desde
abajo. Pude sentir mis dientes golpearse con mucha fuerza. Mordí mi mejilla
interna y tras caer al suelo escupí un pedazo de mi propia carne, acompañado
con algo de sangre.
Lo miré a través del cabello que cubría
parte de mi rostro. Deseaba matarlo con muchísimas ansias, pero él no a mí. Lo
veía en sus ojos, estaba triste, presionaba sus labios para no romper en llanto
y me miraba con mucha indiferencia.
-No puedo estar cerca de ti hermano- dijo
con voz temblorosa.-No lo soporto. Siento demasiadas ganas de entregarte a las
bestias para que te devoren y así David cobre su venganza.
-Eso no detendría nada- dije mientras unos
hilos de baba y sangre caían de mi boca- la epidemia seguiría.
-Pero sería tan satisfactorio…- exclamó con
una sonrisa bien extendida.
Me repuse del fuerte golpe, aun adolorido y
me levanté. Quité la tierra que mi ropa había recogido del suelo y extendí la
mano-…está bien Mario… vámonos adentro.-
Él rió levemente, puso su hacha en el
cinturón y dijo- Me voy, por tu bien. Quedate con el auto, no puedo manejarlo,
terminaría matándome.- tomó uno de los walkietalkie , se volteó y caminó por la ruta hacia el
pueblo. No pude decir nada, no quería hacerlo tampoco. Tampoco quería decirle
los sentimientos que tenía por Mariel, o los que ella tenía por él.
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