30/11/15

No desees "Felices Fiestas"... Hacelas

Más allá de tu orientación…entre enormes comillas y con mayúsculas “ESPIRITUAL”, ¿qué esperas de la navidad?

¿Qué crees que significa esta festividad?

¿qué haces por los demás?

¿qué estás dispuesto a hacer por los demás?

Las opiniones varían, las acciones aún más, la importancia que se le da… mierda, varía con un margen más amplio que la diferencia en cómo vemos nosotros y nuestros países vecinos nuestro mapa (chiste Histo-Geografico solo apto para cultos)

Personalmente no creo en Dios, ni que haya existido un hombre que convertía el agua en bebidas alcohólicas o que multiplicaba panes o hacía que las pescas sean más prósperas (porque caminar sobre el agua no ayuda a nadie)

Durante éstas fiestas quizás te reúnas con tu familia, quizás recibas algún que otro regalo, comas bien y termines pasando una noche con el estómago lleno, sin pasar frio o calor, quizás despiertes respirando aire limpio y pases un buen día con tus amigos.

Esto no se trata de sentir culpa o desprecio por mentira, ilusión, orientación política o dogma alguno.

Tenés ropa que no usas, paquetes de alimentos a los que no planeas dar uso alguno o que al menos no necesitas, podés comprarlos de nuevo.

Prendas que tenés desde que terminaste la secundaria, material escolar que nunca vas a volver a tocar, abrigo que ya no te queda, calzados que quizás ya ni te gustan.

Bueno, quizás alguien los necesita.

No importa si crees en Dios… rezar jamás le salvó la vida a nadie, jamás puso alimento en boca alguna y jamás generó calor para que un cuerpo sobreviva a la hipotermia.

Aquellas cosas que quieras donar, mantenelas alejadas de organizaciónes, por favor, te lo pido en serio, te digo desde lo más profundo, estuve en ellas, la distribución es mala, desmedida y corrupta, quien quiera que te diga lo contrario miente, entregá lo que tenés de mano en mano. Tenélo cerca, alguien va a pasar a pedir. O tenélas en tu bolso o mochila diarios, vas a ver alguien, que los necesite, durante tu rutina.

No se trata del egoísmo de sentirse uno bien por hacer algo bueno, ni de satisfacer a alguna entidad superior, la moral no tiene nada que ver con uno mismo. Nos dice cómo actuar y cuando, y a veces puede resultar en que nos cueste despegarnos de algo, pero, cualquiera sea tu orientación religiosa, no importa, esa es tu misión. Coexistir, colaborar, convivir.

El creer que tus palabras nada más sirven de algo te convierte en un mártir incluso más bajo que cualquier político al cual critiques, puedas criticar o leas criticar en las redes.

Hacé, recrea acciónes, logralas. Así se solucionan las cosas.

No basta con quejarse, pedir, rogar y exigir que se haga. El estado no es tu tío rico.

Es bajo, patético, insulso e hipócrita exigir que los demás trabajen por lo que tienen y usar el término “vagos” cuando la mayoría de nosotros fuimos alguna vez mantenidos por nuestros padres durante un periodo de nuestras vidas mientras que otros cedieron a la tentación de apoderarse de bienes ajenos por sentirse menos.

Es facho y vergonzoso creer que tu posición como propietario de objeto alguno te pone por encima de alguien que, con las mismas oportunidades que vos, tomó otras decisiones y por ende no merece de tu atención, compasión y respeto.

Es penoso que más de la mitad de la población mundial crea que con pedir algo a los aires esto fuese a cumplirse.

La paz no se logra con ganas, empeño, e intenciones. La paz no se pide, imbéciles, se hace, y se hace con acciones, moviendo el culo, emprendiendo, con ideas que se aplican al mundo real, con una sociedad que no dice, que no se anuncia y anticipa, sino que directamente hace, actúa en consecuencia a lo que ocurre a su alrededor.

Una mayoría repugnantemente exagerada finge que los problemas le importan, que le mueven un pelo, por lo tanto alteran una parte de su rutina, dedican un hashtag, un cambio de imagen de perfil.

Bueno, te aviso, por si tenes dudas, eso jamás salvó una vida. Nunca, jamás, ni en pedo, ni de joda, alguien comió gracias a un hashtag. Jamás alguien pasó menos frio gracias a que compartiste una noticia. Si te dedicas a esas boludeces formas parte de una mayoría, y las mayorías, a lo largo de la historia, nunca lograron avance alguno, nunca fueron parte de una revolución y claramente jamás aportaron algo bueno.

Formá parte de una minoría y para estas fiestas hacé algo que solucione al menos un problema real en el mundo real.

Tenés ropa que no usas, comida que quizás ni llegues a enterarte que se pudrió, plata que pensás gastar en un estupidez.


Alguien te necesita. Estás ahí para él o ella. Está

8/11/15

Dead Outbreak: Los Creyentes (Parte 1)

esta historia es una continuación de Dead Outbreak: Por Favor. Click para leerla.



Lara despertó del shock con fuertes dolores de cabeza y la vista en primer plano de un muchacho de entre 18 y veinte años. Él la estaba cargando en sus brazos. No recordaba por qué.

Cuando su vista se aclaró un poco, pudo ver manchas de sangre sobre la camisa del muchacho y el abrigo de cuero que llevaba sobre ésta. Algo también en su mentón y salpicones sobre el labio.

Entraron a una pequeña residencia y él la depositó sobre un colchón que estaba en el suelo. Él se alejó y comenzó a revisar cajones. Ella lo observaba recostada a medida que se iba sentando contra la pared. El joven dejó de dar vueltas cuando se topó con un par de medias blancas y cinta adhesiva.

Se quitó una venda que tenía bajo el costado del mentón y usó una de las calcetas para limpiar la herida en seco. Hizo expresiones de dolor pero no emitió sonido alguno. Utilizó la otra para cubrirse y la cinta adhesiva para fijar la improvisada venda.

Se sentó junto a la chica y ésta se movió hacia un lado con desconfianza y pudor.

-¿Qué pasó?- preguntó ella asustada.

-No sé…- expresó el muchacho sin mirarla ni expresar emoción alguna- ¿De qué te acordás?-

Ella dudó, miró en todas direcciones –…Salí a buscar a papá… y…-

–Intentaban sacarte la ropa cuando llegué- interrumpió él, sin expresión alguna en el rostro.

–Sí. Me corrían, me golpearon en la cabeza con algo… una… una piedra.

Él suspiró. Dijo con tristeza–Tengo hambre…- ella lo miró confusa. 
No entendía cómo estaban con vida. Aquellos muchachos que la atacaron tenían armas debieron haberlos matado.

–¿Qué hiciste?- preguntó.

–Te salvé…-

–¿Cómo?-

Mostró las manos. Estaban cubiertas de sangre, casi del todo coagulada. Suspiró las palabras “Los maté…”

Ella se espantó. Pensó en salir corriendo de allí. Pero quizás no era buena idea. Sus tres atacantes no eran los únicos depredadores en la ciudad.

–¿Cómo los mataste?

–Llegué desde atrás… tomé la nuez de Adán  de uno de ellos y la estrujé para que no pudiera alertar a los otros… al segundo lo empujé y cayó al suelo… dio la cabeza contra el cordón de la vereda… un golpe de suerte. Y al tercero, el que la había apuñalado… lo golpee hasta que no se notara que era una persona…

Ella temblaba desde las piernas hasta las puntas de las pestañas–¿Estás seguro de que murieron?-

–Sí. Escuché que se acercaban unos… unos…- el silencio que abundó tras la mirada que el muchacho lanzo al suelo, sin saber qué palabra usar la hizo responder apresuradamente.

– ¿Enfermos…?

–Infectados… sí. Enfermos… lo que sean.
Ella dudó de realmente querer hacerlo…pero preguntó–Dijiste “el que la había apuñalado…”. ¿Ya los conocías? ¿Mataron a alguien que conocías?

–La violaron…y no, no la mataron. Yo la maté…




DEAD OUTBREAK: LOS CREYENTES





Tras un montón de confusas palabras y conversaciones sin sentido salieron a buscar comida. Por lo que el muchacho, que decía llamarse Nicolás, dijo… el supermercado más cercano no contaba con más que un montón de infectados atrapados por sus imposibilidades motoras.

Se vieron obligados a ir buscando puertas de hogares fáciles de abrir.

En las películas se veía tan normal, lanzar el cuerpo contra la entrada de una vivienda y destrozarla completamente. Quizás en algún lado sea así, pero no en Argentina, no en Corrientes. Las casas, por lo general cuentan con una reja, con puntas arriba, o, de no ser así, con puertas hechas con muy buena madera.

Habrán paseado unas seis cuadras sin tener idea de si iban a sobrevivir a la siguiente hora.

Nicolás explotaba de furia cada vez que las personas contestaban desde el interior de la casa. Echándolos, diciendo que se vayan, que no los dejarían entrar.

Ella lo calmaba.

–¿Por qué te enojas así? ¿Acaso te sorprende?

–Me frustra… no se trata de mí. Solo quiero dormir y salir a buscarla…

–Me dijiste que murió…que la mataste.

–No…ella no.

La chica dudaba de la sanidad del muchacho. Hablaba de alguien a quien quería salvar, y de alguien que murió. A ambos se refería como si fuese una mujer, por lo cual, nada estaba claro.

De a momentos hablaba de sus amigos, mencionaba un abandono, un intento de suicidio y a un doctor. Pero de una manera tan vaga que la espantaba. La única razón por la que seguía acompañándolo era porque el maldito parecía no temer ser la carnada.

Para cuando ya se habían alejado más o menos un kilómetro de su refugio inicial, notaron una horda acercarse. Oyeron balbuceos, pisadas y tropezones.

Él, instintivamente, probó la cerradura de todos los autos que tenía cerca, ninguna funcionó.

Los gruñidos de las bestias no eran ayuda alguna para tratar la ansiedad del insano Nico, parecían volverlo aún más ansioso.

–Podemos correr- dijo ella.

Él respondió–No hace falta- y logró abrir de forma rústica el baúl de una mini-van. Hizo gestos, obligándola a entrar, y ella temió de lo que pudiese haberle pasado si no obedecía.

Cuando ambos entraron él cerró la única entrada, y con bruscos movimientos movió los asientos y se abrió paso hasta el interior del automóvil.

Las bestias se acercaban desde el frente. En su mayoría, estaban ciegos, por la exposición constante al sol, pero un gran número de enfermos se acercaron al vehículo, persiguiendo quizás el aroma de los vivos, o su calor…o quien sabe… sus almas.

Ella quería regañarlo, por haberlos acorralado, pero cuando Nico percibió la mirada bajo juicio de la chica, cuyo nombre aún no había preguntado sacó de entre los asientos un pack de yogurts.

–Los vi desde afuera­– dijo. Y procedió a devorar su contenido de una forma bestial.

Los infectados eran, al principio, pocos, pero a medida que más se sentían atraídos hacia el vehículo, más gruñían, más arañaban las ventanas y más eran los que gemían con aquellos secos sonidos de agonía. No hacía otra cosa aparte de atraer más infectados.

Ella no podía sacarse la idea de que iban a morir allí, de que el vehículo no era más que una trinchera en una guerra cuerpo a cuerpo, quería regañar a Nicolás, pero confiaba en él tanto como le temía.

Había ya terminado de comerse los potes de yogurt. No le ofreció ninguno, pero ella no estaba enojada por ello, no olían muy bien y habían estado quizás los últimos días bajo el calor del sol. El muchacho buscaba algo que usar para encender el motor por todos los rincones del espacioso vehículo, ignoraba la probabilidad de que las bestias rompieren los vidrios, quizás por presión, quizás de un cabezazo. Los rostros hambrientos representaban lo que habría de sentirse ser devorado vivo y no era una vibra muy agradable.

–¡Lara!- gritó ella desde los asientos traseros y el joven volteó extrañado, desde adelante, en el lugar del acompañante.

–Creo que hay una caja de herramientas en el baúl…- respondió desinteresado.

–Es mi nombre, imbécil. Vamos a morir acá, ¿no te interesa saber quién soy?

–No vas a morir…

–¿Cómo habrías de saber eso? Estás mal de la cabeza. Nos acorralaste acá por unos yogurts vencidos. Pudiste especular que lo estaban, hace una semana que nadie se mueve en auto.

–No vas a morir…

–Y ahora planeas encender el auto. Que va a hacer ruido, que va a atraer a más muertos y se van a romper las ventanas y…

–Mirá hacia afuera.

–Ya vi, son más de 20, se van a quedar con hambre. Para el quinto que haya logrado entrar solo van a quedar huesos. ¡Esto es tu culpa!

Nico la tomó del cabello y pegó su cara contra una de las ventanas. Ella gritó, esperaba que él fuese a hacer algo más, algo horrible, pero solo la sostuvo ahí, hasta que ella dejó de resistirse y se quedó mirando…

–Se están…

–Si… estaban sanos hace un momento.

–Se están comiendo entre ellos…– dijo ella y observó detenidamente. Los infectados mordían cualquier cosa que pareciese carne, que estuviese en el camino de sus mandíbulas. Pero esto no lo había observado antes. Se comían entre ellos sin siquiera dudar y no se quejaban para nada de estar siendo devorados tampoco.

–Creo que tiene que ver con…

–Y también todos están muy bien vestidos…– interrumpió Lara.

–…tiene que ver con que no se infectaron por mordida…-

Ella notó que algunos de los deambulantes hambrientos se agrupaban para tirar al suelo a otros y comerse entre sí hasta que les fuese físicamente imposible. Se tranquilizó un poco, pudo retirar su atención de las ventanas y centrarse en la conversación.

–¿Y cómo habrían de haberse infectado?

–Por su vestimenta… diría que estaban en un funeral. Todos tienen una cruz colgada en algún lado. Están muy sanos…

–¿Pero cómo se infectaron?

–No sé…


Y en silencio, llenos de preguntas, observaron cómo el espectáculo de carne finalizó junto con el atardecer.

La historia sigue acá

4/11/15

GOTHAM: ¿Que es la orden de san Dumas?



Los escritores de Gotham, se rindieron, así como los actores y los que hacen los efectos especiales. Como si la trama no fuese lo suficientemente poco interesante, ya que hablan de personajes geniales que nunca vamos a ver en pantalla, decidieron meter a la orden de San Dumas.

No es que tenga algo de malo, solo que Azrael, tiene su propia serie de comics, no creo que la serie Gotham tenga por qué dar a entender que algún día va a existir.

La Orden de San Dumas es una sociedad de la cual podes leer en Wikipedia, respecto al mundo real. Lo que quiero ofrecer acá es, para los no tan fanáticos, qué carajo hacen hablando de ellos en una serie que supuestamente se basa en comics.

Había una vez, en un comic llamado “La Espada de Azrael”  un pibe que estudiaba en la universidad de Gotham o Ciudad Gótica. Se llamaba Jean Paul Valley y su vida era de lo más normal. Por ahí la ponía, por ahí no, y tenía el pelo largo. Era como yo el año pasado… ahora casi no la pongo.

El asunto es que sin que él lo sepa, la orden de SAN DUMAS lo preparo para ser un asesino desde antes de nacer. Al momento de su concepción ya contaba con la esencia de distintos animales y bueh, a medida que fue creciendo, de forma hipnótica le indujeron capacidades de combate. Onda Gohan viste… que se enojaba y de repente era mister pija.

Tras un quilombo grande como “ésta”, su viejo, el anterior Azrael le da plata y lo manda a Suiza a Reunirse con la orden de San Dumas, razón por la cual no tiene mucha gracia que la metan en Gotham en la TV.


Y bueno, en Suiza, un viejo loquisho como tu vieja le enseña que es groso y le enseña tanto a ser Azrael como a fabricar maquinas grosas, cosa que se le da naturalmente por su entrenamiento bajo hipnosis (cuando era pibe), y así termina haciendo su espada, también grande como “ésta” y que se parece mucho a la de Silver Samurai de la peli The Wolverine. Ya que está caliente… como vos con las amigas de tu hermana.


En una de las mejores historias del caballero oscuro, llamada “Knight Fall” o la caída del murciélago (en el cual se basa la dercera de Nolan), Bane le rompe el culo a Batman así que este no puede caminar, primero es Nightwing (antiguo Robin) quien intenta reemplazar al murciélago y luego el mismísimo Jean (Azrael) quien incluso termina haciendo un traje que mejora sus capacidades y éste, como es su naturaleza, empieza a matar en el nombre del murciélago, razón por la cual Bruce Culo Roto Wayne tiene que ponerse una pomadita en el ano y tras unos meses volver a ser el BAT-Porongudo y derrotar a Arzael para limpiar su nombre, al mismo tiempo que tiene que devolverle el favor anal a Bane.



Azrael no necesita que GOTHAM le haga publicidad.

Jean Claude Valley está mejorado genéticamente, está al nivel de Batman en combate, es un hacker, al nivel de Barbara(Hija) Gordon en ello y puede fabricar artefactos futuristas con porquerías que encuentra en un garaje.


Nada de eso lo vas a ver en Gotham.